El pequeño reportero venezolano que cuenta historias de refugiados
A sus 10 años, el pequeño Moisés ya sabe qué quiere ser cuando crezca: periodista. Aunque utiliza una cámara de cartón hecha por él mismo, que no funciona, pasa sus días investigando y entrevistando a los migrantes y refugiados venezolanos, que cómo él, llegan al campamento Rondon 3, en Boa Vista, Brasil.
“Quiero ser periodista por lo que está sucediendo en Venezuela”, dice Moisés. “Hay mucha hambre. No hay luz”.
La agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, lo reconoció como su más joven reportero en campo. “¡Vamos contigo, Moisés!”, así empieza un tuit de la organización que compartió este lunes un video del pequeño, quien con un pequeño micrófono de juguete escanea los espacios entre las filas de carpas del campamento, en busca de nuevas historias.
“Le pregunto a la gente sobre sus viajes de Venezuela a Brasil”, explica el pequeño reportero. “La responsabilidad de un periodista es contar las noticias, hablar con la gente e informar bien”.
¡Vamos contigo, Moisés!
— ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados (@ACNURamericas) January 20, 2020
Conoce a este pequeño venezolano que sueña con ser periodista. Pasa sus días entrevistando a refugiados en el albergue Rondon 3, en Brasil, con su cámara y micrófono de juguete. ¡Mira lo que nos ha preparado! pic.twitter.com/5EQ5nRGUYC
Hace más de un año y tras un largo viaje en bus, Moisés llegó junto a su familia a la ciudad brasileña de Pacaraima. que se ha convertido en el principal punto de entrada para refugiados y migrantes venezolanos. Él, junto a su madre, su abuela, su hermana de 13 años y su madrina comparten un pequeño albergue, durmiendo cara a cara sobre colchones de espuma.
“Moisés es un niño muy sensible”, explica Nelly, su abuela, y agrega que sufre de una forma de autismo que puede haber resultado de la malaria que contrajo su madre mientras estaba embarazada de él, que la dejó hospitalizada durante los primeros cuatro meses de vida de Moisés. “Sus primeras palabras fueron a los cinco años. Llamó el nombre de su hermana, Valentina”.
Después de la enfermedad de su madre, Moisés se fue a vivir con su padre y se quedó allí hasta que lo sacaron de la casa a los tres años como resultado de la desnutrición y el maltrato. Su padre ahora vive en Italia, y con su madre luchando contra el cáncer, la abuela Nelly es ahora la guardiana legal de Moisés y su hermana.
Ella trabaja duro para garantizar que las vidas de los niños sean tan pacíficas y alegres como puedan ser, teniendo en cuenta las circunstancias.
“Si tiene un día difícil en la escuela, Moisés llega a casa y me dice que necesita tiempo para despejar su mente”, dice Nelly con una sonrisa. “Tiene una gran imaginación y una vívida vida interna”.
Aferrándose firmemente a su micrófono de plástico, Moisés anuncia que tiene un mensaje para otros niños de todo el mundo.
“Los niños deben ser buenos entre sí. Los amigos y la familia son realmente importantes”, dice. “No me traten mal, no los trataré mal y podemos tratarnos bien entre todos”.
Según ACNUR, se estima que 4,6 millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela están fuera de su país. La gran mayoría se ha dirigido a otras naciones sudamericanas, incluyendo Brasil, que ha recibido a aproximadamente 224.000 venezolanos. Ellos han huido de la escasez de alimentos y medicamentos, la hiperinflación, la inseguridad generalizada, la persecución y el colapso de los servicios públicos. La mayoría llega por tierra, cruzando la frontera hacia el remoto estado amazónico de Roraima.