Dos familias se llevaron del hospital a bebés equivocadas y las criaron por cuatro años como hijas propias

Diana Holguín
Pasaron cuatro largos años para que uno de los padres se percatara de lo sucedido y emprendiera una cruzada para encontrar a su hija biológica.

 
Imagina por un momento que un día descubres que la hija que llevas criando por cuatro años, por la que has provisto, amado y protegido, no es en realidad tu hija biológica, y que esta situación a todas luces insólita se debe a un error del hospital donde nació.
 
Este ha sido el drama que han vivido dos familias de la costa Caribe colombiana, una radicada en Santo Tomás (Atlántico) y otra en Chimichangua (Cesar) quienes por un deseo fortuito del destino terminaron conectadas para siempre por dos niñas intercambiadas al nacer.
 
La historia, recogida en el portal de noticias Infobae, se remonta a mediados de 2015 cuando José Gregorio Hernández, un comerciante de entonces 31 años, se enteró de que iba a tener una hija por fuera de su matrimonio.
 
Hernández, padre de tres pequeñas con su compañera de vida, recibió la noticia de que Noris, una joven con la que había tenido una relación sentimental, estaba embarazada. Él, oriundo de Santo Tomás Atlántico, cuenta que desde el primer momento quiso responder por su hija y darle su apellido.
 
El parto sucedió el 21 de marzo del 2016, en la E.S.E Hospital Niño Jesús de la ciudad de Barranquilla, la capital del departamento, aproximadamente a las 2:50 de la tarde y aunque la noticia la recibió con emoción desde que vio por primera vez a la niña sintió dentro de él que algo no estaba bien.
 
“En el día del parto a mí me avisaron pero no pude asistir por cuestiones laborales. Es una noticia que se recibe con mucha motivación, y al principio todo estuvo bien, la registramos a mi nombre y en principio todo fue normal”, afirma Hernández en conversación con Infobae.
 
El padre, hoy con 35 años y al frente de un negocio propio que tiene en su natal Santo Tomás desde 2007 donde vende “todo lo que usted necesite en su solo lugar”, dice que la primera señal de alerta que tuvo fueron los pies de la recién nacida, pues no tenían un rasgo característico que comparten todas sus hijas, pero que por la emoción no le prestó mayor importancia.
 
Con el paso del tiempo, las dudas fueron en aumento. Mientras la niña crecía, José iba notando que cada vez menos se parecía a él, a la madre o alguien de su familia, por lo que en su interior se cultivó la idea de que esa no era su hija.
 
El momento de la verdad para José llegaría en 2019 cuando un día de finales de mayo la idea de que Salomé no era su hija se volvió insoportable y decidió por fin ponerla a prueba. Tras convencer a su madre de que lo dejara llevar a la niña a Barranquilla para comprarle unos zapatos nuevos, José se fue a un laboratorio de la ciudad a practicarse juntos una prueba de ADN.
 
“Cuando recibo los resultados de que la niña era incompatible conmigo, al principio pienso que había sido un engaño, que me estaban viendo la cara”, afirma.
 
Confirmadas sus dudas fue a hablar con la mamá: “Yo quiero que tu me digas la verdad”, la confrontó; pero Noris le aseguró que ella no había estado con más nadie, que esa era su hija.
 
“El segundo paso es hacerte la prueba a tí con la niña -le dije- como quien dice, quien nada debe nada teme”, le relata a Infobae.
 
Los resultados de esa segunda prueba llegaron el 25 de junio de 2019, eran contundentes, Noris tenía un 99% de incompatibilidad con la pequeña Salomé: ella tampoco era su madre.
 
La búsqueda
Decidido a encontrar a su hija biológica Hernández acudió al hospital, allí debía estar la respuesta. Con su documento de identidad y el de Noris interpuso un recurso para solicitarle a la institución el registro de todos los partos que habían tenido lugar entre el 20 y 22 de marzo de 2016, fueran natural o por cesárea, con la esperanza de allí se encontrara la pista que lo llevaría a dar con el paradero de su hija perdida.
 
La contestación llegó el 19 de septiembre de 2019, en la cual se mostraba que ese 21 de marzo de aquel 2016 junto con Salomé habían nacido otros siete bebés, cinco niñas y dos niños.
 
José se dio a la tarea de realizar su propia investigación, obstinado en encontrar a su verdadera hija, y pese a las peticiones de Noris que encariñada con la que habían criado en los pasados cuatro años y sin grandes esperanzas de lograr dar con su hija biológica le pedía que dejara morir el tema.
 
Pero él insistió, descartó los dos niños que nacieron ese día y se concentró en las niñas, en especial un parto que se registró a pocos minutos de diferencia al de Noris, la mujer en el registro se llamaba Ana Cecilia Cano.
 
Para hallarla, Jesús buscó por redes sociales, con la fortuna de que dio con su perfil de Facebook. Según cuenta, en su foto aparecía con una niña pequeña, de una edad similar a la que debía tener su hija biológica, las facciones de aquella niña coincidían con las suyas, por lo que se convenció de que esa era su hija.
 
“Después de un tiempo de conversación nos pusimos de acuerdo para hacer una segunda prueba con la niña de ella”, afirma Hernández, quien además dijo que ofreció pagar todos los gastos del transporte de Ana Cecilia y su niña quienes viven en Chimichagua, un pequeño pueblo del Cesar.
 
Los resultados confirmaron lo que parecía insólito, la niña que tenía Ana Cecilia y que había bautizado con el nombre de Saray eran en efecto hija de José y Noris, y la que ellos tenían, Salomé, era la hija biológica de Ana.
 
“Esto ha sido un verdadero drama”, dice José, porque ambas madres se niegan a intercambiar las niñas pues llevan criándolas y queriéndolas como propias, él mismo afirma que está encariñado con Salomé, quien hasta hace poco creía que era su hija, pero quiere ser parte de la vida de Saray, su hija biológica y ayudar a criarla.
 
En días recientes José tuvo en su casa de Santo Tomás a las dos niñas, que ya se conocieron y empezaron a aceptarse como hermanas, dice que su hija biológica también empieza a hacerse a la idea de que él es su verdadero padre y que ambas familias están en muy buenos términos.