Diplomacia presidencial directa: La paz con el Perú narrada por Mahuad

Patricia Estupiñán
La firma en Brasilia: El rey Juan Carlos de España junto a los presidentes: Carlos Menem de Argentina

La paz con el Perú narrada por el presidente ecuatoriano que la firmó, Jamil Mahuad.
 
En pocas ocasiones, los ecuatorianos hemos tenido la posibilidad de leer sobre hechos históricos importantes, escritos por los protagonistas. En un libro editado por la Cancillería con ocasión de los veinte años de la firma del Tratado de Paz con Perú, hay 16 artículos sobre el tema.  De ellos, talvez el más interesante corresponde a Jamil Mahuad, el presidente que firmó la paz. En el escrito cuenta sus encuentros con su homólogo Alberto Fujimori. He aquí algunos extractos:
 
“Mi primer encuentro con Fujimori tuvo lugar en la suite del presidente Carlos Menem, de Argentina. (Ambos habían acudido a la posición del presidente Raúl Cubas de Paraguay).  Asistí al diálogo con el recuerdo de la máxima ignaciana: “Se fuerte en el obrar; pero suave en el proceder”…El presidente Fujimori tuvo una actitud cortés; a ratos, amable; siempre respetuosa. Me pareció que estaba convencido de que era posible llegar a una solución pacífica. Le dije que las encuestas reflejaban que los ecuatorianos querían la paz-mientras más rápido, mejor-; pero que no querían perder Tiwintza ni perder el acceso soberano al Amazonas. Que las promesas económicas de la paz,-el dividendo de la paz, como se lo llamaba-eran excelentes y pronosticaban un crecimiento exponencial de nuestro comercio exterior.
 
Fujimori y Mahuad recorriendo el área de conflicto donde operó la Momep, tropas de los países garantes, para evitar nuevas escaramuzas.
 
Me dijo que cuando el ganó la presidencia del Perú tenía tres objetivos: eliminar la hiperinflación, derrotar a la guerrilla de Sendero Luminoso y conseguir la paz con Ecuador; que había cumplido los dos primeros y que solo restaba el tercero…Como había esperado, la conversación empezó tensa; pero fue relajándose más allá de lo que preví. Con toda naturalidad, nos turnábamos para hablar; escuchábamos con atención y nos interrumpíamos. La única ocasión que me cortó la palabra ocurrió cuando le dije que, si hubiese venido a Bogotá o a Quito, este diálogo había empezado allí. ‘Tuve que quedarme para controlar la situación y asegurarme de que no habría movilización de tropas y guerra’, aclaró”.
 
Mahuad y su hija Paola y Fujimori y su hija Keiko. Las dos hijas entablaron una buena amistad. Ambos presidentes eran divorciados y las dos actuaban como primeras damas.
 
La posibilidad de guerra no era una percepción. Al frente de las fuerzas militares peruanas estaba el general Nicolás de Bari Hermoza Ríos, un belicista, herido por la derrota militar, quien, además,  contaba con el apoyo en el campo diplomático del canciller Eduardo Ferrero Costa.  Cinco días después del encuentro en Asunción, Fujimori removió a Bari Hermoza.  La próxima reunión iba a ser en Panamá, pero el canciller Ferro aseguró al representante norteamericano Luigi Enaudi, que no “confiaba en la negociación política de los dos presidentes” y por esta razón apenas había separado en la agenda de Fujimori 20 minutos. Mahuad llamó a Fujimori, “que se mostró sorprendido por la conversación y me dijo que el tiempo de la reunión lo definiríamos nosotros, que utilizaríamos todo el tiempo necesario para abordar los temas a profundidad y acordamos llegar a Panamá un día antes del comienzo de la Cumbre para nuestra reunión”.  En dicha reunión se discutieron varios temas, descartándose aquellos que no tendrían perspectivas de ser aceptados domésticamente en cualquiera de los dos países.
 
En el palacio de Carondelet. Una jovencísima Keiko, con su padre Alberto y Mahuad.
 
La renuncia del canciller Ferrero en octubre fue bien vista por Ecuador. Mahuad cuenta que Fujimori se enteró de la misma cuando viajaba a Estados Unidos a una reunión de Naciones Unidas, donde también estaría Mahuad y avanzarían en nuevas conversaciones. La popularidad de Mahuad había comenzado a deteriorarse luego de que adoptó medidas económicas como la subida del gas. Fujimori, en cambio, tenía presión en Perú de grupos belicistas que habían visto como un triunfo ecuatoriano la salida de Hermoza y la renuncia de Ferro. “Solo los presidentes legítimos con gran respaldo pueden suscribir tratados internacionales del calibre del que estábamos construyendo”, escribe Mahuad. “Ecuador necesita un interlocutor legítimo en el Perú y ustedes necesitan un interlocutor legítimo en el Ecuador. Solo Nixon podía ir a China sin despertar sospechas”, le había dicho a Fujimori en Asunción”.  
 
Luego de seis horas de reunión, subsistían entre los dos presidentes dos nudos en la negociación. Ecuador quería un parque binacional en la zona de frontera en discusión, pero Perú insistía que para eso había que fijar la frontera de acuerdo al Protocolo.  Ambos acudieron al presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, para ver cómo se destrababa el asunto. Cardoso los invitó a Brasil y desde allí llamó al presidente Bill Clinton, como uno de los 4 garantes del Protocolo. Clinton los recibió cuatro días después, en octubre 9 en la Casa Blanca, “quien elogió a la prensa por el coraje de ambos presidentes de haber asumido directamente el manejo diplomático de las negociaciones y comentó que ese podría ser un valioso ejemplo para la búsqueda de la paz entre Israel y Palestina”.
 
El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso fue instrumental para destrabar asuntos espinosos.
 
Entonces el proceso se convirtió en “una carrera contra reloj”. Después se sucedieron más de diez entre los dos mandatarios con el acompañamiento de los presidentes de los países garantes: Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos. “Los ecuatorianos necesitábamos un mecanismo que nos permitiera obtener Twintza y conservar el carácter amazónico de nuestro país aunque un acceso soberano al río-mar ya no fuera posible”.  A la par, Mahuad requirió de una negociación interna para que se apruebe que los países garantes del protocolo, sean considerados árbitros del nuevo acuerdo. “A las 4:05 de la mañana del 16 de octubre, el Congreso ecuatoriano aprobó mi pedido y otorgó a los garantes la calidad de árbitros por 96 votos a favor y 21 en contra.  Dos horas antes, el Congreso peruano votó por 86 votos a favor y 26 en contra, lo mismo”.
 
El 26 de octubre, ante la presencia de más de mil personas,  los cancilleres de Ecuador Ayala Lasso y  Perú Fernando de Trazegnies, quien había sido posesionado el 14 de octubre firmaron el acuerdo de paz. ”Teniendo como telón de fondo el espléndido mural de Cándido Portinari, escuché la voz del funcionario de la cancillería brasileña anunciar en prefecto español que: “Suscriben en calidad de testigos de esta solemne ceremonia los excelentísimos señores Fernando Henrique Cardoso, presidente de la República Federal de Brasil, Carlos Saúl Menem de la República Argentina; Eduardo Frei Ruiz Tagle, presidente de la República de Chile y William Clinton, presidente de los Estados Unidos de América”.  A continuación Mahuad escuchó la invitación para firmar el acta presidencial de Brasilia. “Cuando me levanté para suscribirla, sentí que un escalofrío bajaba por mi columna vertebral”.
Fernando de Trazegnies, canciller de Perú, Alberto Fujimori, Jamil Mahuad y José Ayala Lasso, canciller de Ecuador.
 
Concluye el escrito: “La paz firmada por el Ecuador y el Perú es definitiva. En los últimos 20 años, en ambos países se han registrado importantes cambios de regímenes políticos; de constituciones; de políticas económicas fundamentales. Sin embargo, en medio de estas fuertes marejadas, la paz  ha permanecido incólume”.