Campana, nieto de millonario, hijo de ministro y goleador
2019/02/1202:50H.
Leonardo Campana, autor de los seis goles que forjaron el primer título para Ecuador en el campeonato Sudamericano sub 20, es nieto de una de las mayores fortunas del país e hijo de un extenista y actual ministro de Comercio Exterior.
Con sus 18 años y máximo goleador del Sudamericano Sub'20 disputado recientemente en Chile, "Leo", como suelen llamarle sus compañeros, procede de una acaudalada cuna y es heredero de un linaje ganador.
Es hijo de Pablo Campana, uno de los titulares del Gobierno ecuatoriano, cargo al que llegó después de su éxito en el área empresarial y tras dejar el tenis profesional a los 24 años y haber participado en la Copa Davis y representar a Ecuador en las Olimpiadas de Atlanta de 1996.
Nieto de Isabel Noboa, fundadora y presidenta de uno de los grupos empresariales más grandes de Ecuador y considerada entre las mujeres empresarias más importantes de América Latina, Campana, aglutina esa humildad de la que su abuela hacía gala. "Como me enseñó mi padre", suele asegurar la industrial.
A diferencia de numerosos jugadores jóvenes que proceden de ese fútbol que se juega en la calle, Leonardo Campana, creció en una familia adinerada pero no ajena al deporte rey.
Y es que también es nieto de Isidro Romero Carbo, uno de los presidentes del club local Barcelona y de sus grandes impulsores, a quien en su honor y gratitud por los títulos logrados bajo su mandato, el estadio que construyó lleva su nombre.
Precisamente "Leo" es centro-delantero del club guayaquileño al que a su regreso de Chile asegura que se sigue debiendo, aunque avanzó que "analizará las propuestas" que le vayan llegando de los cazatalentos que siguieron la competición sudamericana.
Contra las defensas recias en cada partido del Sudamericano, especialmente de Uruguay, Campana se ha ido haciéndose a sí mismo al igual que lo hiciera su progenitor en los sets de la Copa Davis o los Olímpicos.
Su abuelo también afrontó difíciles momentos al frente del Barcelona, como en la final que perdió de la Copa Libertadores de 1990, según advirtió "por un mal arbitraje", ante el Olimpia de Paraguay.
También ha podido heredar la entereza ante los desafíos y la visión de su abuela Isabel Noboa, responsable en buena medida de la transformación de Guayaquil.
Con sus dos líneas rapadas a un lado de la cabeza, este delantero ya está marcando tendencia en un país donde abundan los aficionados al fútbol y pocos daban algo por él antes de iniciarse el Sudamericano.
Pero ha sido su talento, y los 6 goles en 9 partidos disputados, los que le han hecho valedor de un rincón de la historia del deporte nacional, al que ha llegado con humildad y gratitud hacia el resto del equipo y cuerpo técnico.
Sobre el éxito del equipo y cómo fue de menos a más en cada enfrentamiento, Campana reveló que "ese cambio de mentalidad fue una obra del cuerpo técnico: Nos inculcaron desde el primer día que teníamos un buen equipo para pelear el campeonato, pero lo único que nos faltaba era creérnosla".
El seleccionador ecuatoriano, el argentino Jorge Célico, dio en la campana y le convocó inspirado en lo que podría hacer "Leo", que en dos años con la camiseta de los juveniles de su Barcelona, marcó 41 goles en 40 partidos.
El joven alto y flaco, se transformó en la cancha, se volvió temible para los defensas y porteros de las selecciones sudamericanas, desató toda su inspiración y romance con "la bendita pelota de fútbol", que se rindió en seis ocasiones a su técnica para elevarlo al altar de los goleadores.
Los tantos le hicieron merecedor del trofeo "Alberto Spencer", que entrega la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) en homenaje al máximo goleador de todos los tiempos de la Copa Libertadores, con 54 tantos, el también ecuatoriano Alberto Spencer Herrera.