Billetera móvil ¿o el fin del billete?
2019/09/2409:02H.
Tras un primer intento fallido efectuado durante el gobierno anterior, los pagos con celular ya están regulados. Pronto bancos y cooperativas empezarán a seducir a los ecuatorianos para atraerlos al sistema conocido como “billetera móvil” o simplemente “BIMO”. Las autoridades aseguran que será un método de pago confiable y seguro.
En el Ecuador existen 16 millones de líneas celulares activas, es decir que el 93 por ciento de los ecuatorianos tiene un celular en la mano. Al mismo tiempo hay unas siete millones de cuentas bancarias, lo que significa que más de la mitad de los habitantes operaría por fuera del sistema financiero.
En estas cifras se respalda el programa de “billetera móvil” que empezará a funcionar en septiembre. Buscará facilitar las transacciones menores a 50 dólares a quienes ya poseen una cuenta de ahorros o corriente o, abrir una “cuenta básica” a los no bancarizados. El objetivo para el Estado es reducir el efectivo circulante. “Es importante resaltar que este servicio no implica la creación de dinero ya que su principal cualidad es transformar el dinero físico en dinero electrónico”, explica un boletín de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE).
Segundo intento
En el mundo, la billetera móvil empezó en 2007, en Kenia, al este de África. Fue la solución para movilizar dinero hacia regiones rurales pobres.
En Sudamérica los primeros fueron Bolivia, Brasil y Colombia. Ecuador fue el cuarto en reglamentar el dinero electrónico, en 2014. Pero en su texto generó escepticismo desde el inicio.
Para entonces, en Bolivia por cada peso boliviano generado de manera virtual por operadores privados, había otro peso boliviano de respaldo en un fideicomiso en una entidad financiera. En Colombia se autorizó solo a las entidades financieras a emitir dinero electrónico, que es tratado como “depósitos a la vista”.
En cambio, la norma ecuatoriana expedida por el gobierno de Rafael Correa convertía al Banco Central como único emisor y consignatario de esos dineros. Los analistas financieros alertaron que con ese marco legal quedaba la puerta abierta para que el gobierno “se invente” dólares electrónicos y empiece con ellos a pagar a empleados públicos o proveedores del Estado. Eso hubiera generado inflación y tirado al traste la dolarización.
En el esquema anterior, la cuenta virtual se abría en el Banco Central y no se la podía vincular a una cuenta bancaria. Se podía intercambiar dinero entre teléfonos celulares y retirar efectivo en determinados cajeros automáticos previa autorización del Central. Hubo un poco más de actividad, cuando se decidió devolver en dinero electrónico dos puntos del IVA de los pagos hechos con tarjetas de débito o crédito. La emisión máxima fue de 11 millones de dólares.
Nuevo marco regulatorio
En el gobierno de Lenín Moreno, se cambiaron las reglas. El Banco Central se alejó del sistema y la responsabilidad pasó a Banred, una organización nacida en 1994 y que, entre otras cosas, interconecta a los 5.800 cajeros automáticos instalados a lo largo y ancho del país.
El nuevo sistema se llamará BIMO (acrónimo de billetera móvil). Participarán 13 bancos, 14 cooperativas y una mutualista. Juntos representan el 95 por ciento de los activos del sistema
financiero. Esto evidencia que la participación de las cooperativas de ahorro y crédito es cada día más importante. Ellas tuvieron un desarrollo más visible desde la promulgación en 2014 del Código orgánico monetario y financiero que estableció entre sus objetivos “fomentar y generar incentivos a favor de las entidades de la economía popular y solidaria”. Hoy, las dos cooperativas más grandes entraron ya al top 10 de las entidades financieras nacionales.
Para Pablo Narváez, gerente general de Banred, “A la billetera móvil hay que verla desde dos enfoques. El uno para los ya bancarizados, para quienes se convierte en un medio de pago que les permitirá utilizar los recursos que ya están en las cuentas corrientes o de ahorros actuales. El otro es para los no bancarizados, para quienes BIMO se convierte en una facilidad para poder abrir una cuenta básica en cualquiera de las 28 instituciones con que vamos a iniciar este sistema”.
Actualmente se considera que son 7,3 millones de ecuatorianos bancarizados. La cifra creció a partir de la dolarización y de la obligación que estableció el Estado de que los sueldos de los funcionarios públicos se debían pagar exclusivamente a través de una cuenta bancaria.
Costos y riesgos en red
Un tema de discusión ha sido el costo de las transacciones asociadas al uso del dinero móvil. En general, las transacciones más comunes son la apertura de cuentas, las transferencias entre billeteras, los depósitos y los retiros a través de cajeros automáticos o en puntos llamados corresponsales no bancarios.
Un estudio del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA) que agrupa a 23 bancos centrales de la región, compara los costos de diferentes sistemas de dinero móvil. En la mayoría de países hay más de un sistema en juego y en muchos casos los operadores son las telefónicas celulares o empresas financieras asociadas a ellas.
En todos, el costo más alto es el de retiro de dinero en efectivo. De 27 analizados, hay cinco que no cobran el primer retiro pero sí los siguientes. Los más caros están en Brasil y República Dominicana donde sobrepasan los tres dólares por transacción. El promedio de la región es de 1,28 dólares por retiro en efectivo. En el Ecuador, la Junta Monetaria estableció 45 centavos de dólar para retiro en cajeros automáticos y 31 centavos para retiros de efectivo en corresponsales como los bancos del barrio.
La idea es castigar a quien por alguna razón necesite usar efectivo y no tenga ninguna otra cuenta bancaria de donde obtenerlo. Explican que si la cuenta BIMO es una extensión de la cuenta corriente o de ahorros, el retiro se lo podrá seguir haciendo gratis con la tarjeta del cajero.
Los pagos a través del sistema costarán nueve centavos cada uno. La apertura de cuentas o depósitos será sin costo.
El mismo estudio de CEMLA advierte que “a pesar de sus bondades, el continuo desarrollo del dinero móvil puede dar lugar a ciertos riesgos”.
Entre los detectados en otros países está el llamado smishing o uso de llamadas o mensajes de texto para obtener datos personales como números de cuenta o claves secretas. También se han dado casos de clientes que son timados y envían dinero al recibir falsas promesas. Pero el lavado de dinero sería uno de los delitos más comunes asociados a estos sistemas. El estudio revela que “tan solo 15 de los 43 servicios de dinero móvil estudiados, presentan información acerca de sus políticas contra el lavado de activos”. En el Ecuador, al estar los dineros en manos de los bancos, son estos los que harían extensiva sus políticas de seguridad.
El arranque del programa está previsto para la segunda quincena de septiembre. En una primera etapa se promoverá el uso de BIMO por parte de los clientes ya existentes. Se espera que poco a poco los no bancarizados se animen a abrir cuentas básicas y se integren al sistema.