Una moradora del sector Tocagón, donde vivía la víctima, relató al medio digital ‘El Hemisférico’ que todo empezó cuando la madre realizó ayuno por tres días en una iglesia evangélica.
Luego, la mujer habría tenido un extraño sueño y el viernes 9 de febrero acudió a la casa de su hijo Marco Vinicio O., de 38 años, para pedirle que llame a sus hermanos para reunirse el domingo en el culto.
“Les ha dicho que Dios va a hablar mediante la mamá y va a dar un mensaje, caso contrario Dios les iba a quitar todo”, contó la moradora, quien prefirió no revelar su identidad al medio antes citado.
Algunos hermanos habrían viajado desde Guayaquil y otras provincias de la Costa para acudir al supuesto llamado religioso. Es así que el domingo 11 de febrero, la familia se congregó en la iglesia de la comunidad de Gualsaquí.
Aparentemente, la madre habría pedido a sus hijos que se mantengan arrodillados durante todo el día. Después, Vinicio O. y su hermana habrían aparecido en una cama y sobre ellos una sábana blanca porque supuestamente estaban hablando con Dios.
Pero solo reaccionó la hermana, el otro sujeto seguía inconsciente. El lunes ya había perdido el habla y no quería tomar el agua que le estaban dando para que reaccione.
Más tarde, la esposa de la víctima se habría retirado del lugar para preparar alimentos y al regresar encontró a su marido ensangrentado. “La madre ha dicho que no lo toquen, que en tres días va a revivir”.
Cuando llegaron los paramédicos, confirmaron que Vinicio estaba muerto. “La esposa al momento de alzar la cobija, se da cuenta que está abajo una correa muy gruesa y rota el fierro”, contó la moradora al medio ‘El Hemisférico'.
Personal de criminalística no habrían hecho el levantamiento del cuerpo por temor a ser agredidos por la comunidad. La víctima fue enterrada el pasado 15 de febrero. Testigos afirman que tenía señales de latigazos en el pecho y espalda.
Mientras que la madre, de 69 años, quedó encerrada en una cárcel indígena y habría pasado delirando toda la noche. Luego, fue dejada en libertad.
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Paolina Vercoutere, viceprefecta de Imbabura, comentó al diario ‘El Norte’ que se presume que el hombre falleció por un supuesto castigo.
“Sabemos que este es un delito contra la vida y tiene que intervenir el Estado y la Policía, no aplica la justicia indígena”, aseguró la funcionaria.
Detalló que la madre daba mensajes religiosos en la comunidad Gualsaquí, por lo que es importante la presencia de las autoridades. “Si hay una muerte es algo grave, esto ya es fanatismo”, concluyó.