El personaje clave de los casos Metástasis y Purga, usó su encanto y experiencia como relacionista pública para convertirse en el vínculo entre narcos, jueces y políticos. Hoy su colaboración en el caso devela cómo llevaba una doble vida.
Para algunos era buena amiga, seria, responsable, solidaria... Para otros, una mujer calculadora, egocéntrica, inescrupulosa, mareada de poder... Preguntar sobre Mayra Carolina Salazar Merchán a sus amigos, excompañeros de trabajo y conocidos, des-prende diferentes calificativos. Un vaivén de comentarios que muestran a una persona que fácilmente podría convertir su historia en una versión moderna de la novela Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Dos personas viviendo en el mismo cuerpo.
Salazar Merchán es pieza clave en, quizás, los casos judiciales más mediáticos y sorprendentes en la historia contemporánea del Ecuador. Detenida en la madrugada del jueves 14 de diciembre como parte del caso ‘Metástasis’, parecía un personaje antagónico de un listado donde había varios ‘peces gordos’. Pero Mayra S. M., como se la señaló inicialmente, hacía funcionar un mecanismo delictivo en el que engranaban narcotraficantes, funcionarios judiciales, políticos y otros personajes influyentes.
Su rol protagónico permitió que la fiscal general Diana Salazar inicie una nueva investigación que derivó en el caso ‘Purga’. Todo esto a partir de lo que reveló su teléfono. Ahora ingresó al sistema de protección de la Fiscalía, como procesada, para darle seguridad y con la esperanza de que aporte más información. ¿Pero quién es Mayra Salazar? ¿Cómo una relacionista pública alcanzó ese estatus?
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Nació en Guayaquil el 29 de septiembre de 1988. Creció en una humilde casa en el sur de Guayaquil, en la ciudadela Brisas del Salado, cerca de la Base Naval Sur. Su padre, ya fallecido, fue suboficial primero de la Armada.
Quienes la conocen de esa primera etapa de su vida hablan de una Mayra a la que le gustaba hacer amigos, que era poco cercana con su familia y que mostraba muchas ganas de destacar. “Era muy pilas, tenía una personalidad arrolladora. No le podías decir que eso no lo iba a hacer porque con más ganas lo hacía para demostrarte que no era imposible”, recuerda una de sus antiguas compañeras de trabajo.
Formalmente, Mayra inició su vida laboral en una agencia de Relaciones Públicas. Allí, como ejecutiva, empezó a tejer sus primeros lazos con las comunicaciones como asesora externa de empresas nacionales y multinacionales. Un trabajo que realizó ya como graduada de Tecnóloga en Comunicación del ITV, en Guayaquil.
En 2013 pasó a TC Televisión como relacionista pública y allí, dicen sus allegados, empezó todo. Su trabajo consistía en posicionar la marca del canal a través de conseguir que otros medios publiquen noticias sobre sus talentos de pantalla y los contenidos de los programas, entre otras funciones. Esto la llevó a un mundo de fiestas y lujo.
Se comprometió y casó con un periodista de otro canal. Fue una boda sencilla, recuerda una de las invitadas. “Eran dos chicos que pasaban por un buen momento y que no venían de familias adineradas”, cuenta una excompañera de trabajo. De hecho un año después hicieron un préstamo al BIESS a 25 años para comprarse una casa en una ciudadela de clase media en La Aurora, cerca de Guayaquil.
Su amiga cuenta que luego “empezó a deslumbrarse por las luces, las cámaras... La entrevistaban de los programas de farándula por su relación personal y por su nexo con famosos de TV... Le gustó la fama”. Otro punto de inflexión, aseguran las fuentes, fue cuando TC comenzó a auspiciar conciertos. “Tenía peleas con algunos compañeros de otras áreas, incluso con su jefa directa. No quería recibir órdenes y desafiaba diciendo que si tenían algún inconveniente, que se quejen con las cabezas”.
“Ella pasaba con los famosos, les manejaba su imagen”, cuenta una colaboradora de TC en esa época. En sus redes sociales, Mayra presumía su roce con la farándula ecuatoriana e internacional. Fotos con cantantes, políticos, presentadores de noticias... Sus muros de Facebook e Instagram muestran el alcance de su vida social. Una de sus amigas dice que con el tiempo se alejó de ella porque “a su vida llegaron un par de personas que me daban miedo”, reconoce.
En 2017 se asoció con un empresario de conciertos, primero de manera individual. En el canal había puesto su renuncia pero le “hicieron una nueva propuesta y le subieron el sueldo. De hecho ella se jactaba de su poder para lograr eso”, explica una excolaboradora de la televisora.
Pero la historia no duró mucho. Al inicio de 2018 salió de TC, y de esto hay dos versiones: la de Mayra, que renunció para ponerse su propia empresa; y la interna de TC, donde se dice que fue despedida. Lo cierto es que después de su salida fundó la empresa Más Producciones en mayo, se divorció en octubre y obtuvo la licenciatura en Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil en diciembre.
Lo siguiente fue crear un negocio de impresión de entradas denominado Más Ticket’s. Así trabajó en los conciertos de los cantantes Anuel AA y Karol G, en junio de 2019 en el estadio Alberto Spencer, en Guayaquil.
Pocos meses después, Salazar vendió sus acciones, por 500 dólares, a Juan Moisés E., un chico de 22 años, domiciliado en el popular barrio guayaquileño de La Chala. ¿Un dato menor? En lo absoluto: Juan Moisés ahora es gerente de Safecast, una empresa donde hasta 2020 fue accionista Jorge Sánchez Montiel. Este último también compró Más Producciones en sociedad con un tal Daniel Salcedo Bonilla. Tanto Salcedo como Sánchez Montiel fueron procesados y sentenciados por lavado de activos a mediados de 2020. Salcedo recibió 13 años de prisión y Sánchez Montiel, seis.
Para quienes estuvieron cerca de ella, su vínculo con el narcotraficante Leandro Norero se da entre 2018 y 2020, cuando se dedica a la organización de eventos. De hecho, Salcedo también hacía lo mismo antes de ser investigado. Ya en 2020, dice una anterior compañera de trabajo, se rumoraba una cercanía de Salazar con un “personaje peligroso”, aunque no se sabía con exactitud quién era.
También en ese mismo período, Salazar apadrinó con su empresa Más Producciones al grupo musical ‘Faraonas del Amor’, integrado por mujeres privadas de la libertad del Centro de Rehabilitación Social (CRS) Femenino de Guayaquil. Salazar se refería al Ministerio de Justicia como su cliente por trabajar en este proyecto social, que le permitió en más de una ocasión ir a los centros penitenciarios del país.
Algo que hizo luego con su Fundación Renova, una ONG creada en 2021 para desarrollar programas de ayuda con grupos vulnerables. En la cuenta de Instagram de la fundación aparece con varios famosos, entre esos María Fernanda Vargas, actual alcaldesa de Simón Bolívar y mencionada en los chats entre Salazar y Norero.
En esa fundación también aparece Cristina Reyes, como presentadora de un programa que sacaban en un canal de YouTube y que lo usaban para contar historias humanas. Reyes fue jefa de Salazar, primero como asesora en la Asamblea Nacional, desde finales de 2019 hasta mayo de 2021, con un sueldo de 2.300 dólares mensuales. “Yo no soy parte de este entramado, no soy investigada ni procesada. (...) Lamentablemente alguien que trabajó en mi equipo está siendo investigada”, señaló Reyes a través de un video en sus redes sociales.
Pero no solo trabajaron juntas en la Asamblea. En la Contraloría General del Estado reposa la declaración patrimonial de Salazar Merchán como asesora de la oficina del Ecuador en el Parlamento Andino entre enero y abril de 2023; allí donde Reyes tiene funciones desde 2021.
También en Contraloría aparece su declaración como analista en la Dirección Provincial del Consejo de la Judicatura del Guayas desde octubre del año pasado. Ese fue su último paso antes de ser involucrada en el caso ‘Metástasis’. Si bien su nombramiento llegó a finales de ese año, la misma Salazar reveló que desde antes era asesora de la presidenta de la Corte Provincial y ahora detenida en el caso ‘Purga’.
Esos documentos en Contraloría muestran el poder de Salazar en los últimos años. En su primera declaración como funcionaria de la Asamblea, reportó un saldo bancario de 11.500 dólares, un automóvil avaluado en 2.500 y una casa en una ciudadela de clase media, cotizada en 46 mil dólares. Al tener una deuda bancaria, como patrimonio registró un valor de 20 mil dólares. Mientras el año pasado, antes de entrar a la Corte, tenía un saldo bancario superior a 12 mil dólares, un vehículo avalado en 12 mil dólares y dos bienes inmuebles: la casa antes mencionada y una nueva, en Samborondón, adquirida en 2022 con un préstamo a un banco privado por 60 mil dólares. En total, su patrimonio superaba los 320 mil dólares.
“Recuerdo que Mayra siempre me decía que detestaba la política y mira cómo terminó metida en este problema justo por vincularse a la política”, dice una de sus amigas. Una de las pocas que le quedan, al parecer: algunas la dejaron de seguir en redes sociales, mientras otras aprovecharon para borrar sus fotos con ella.
Lo cierto es que los chats que Salazar le dio a la Fiscalía muestran que su alcance no tenía límites y sus formas no tenían escrúpulos. Y si bien el morbo de su relación con Norero ha llevado a que la discusión se centre a ratos en temas íntimos, la realidad es que Salazar supo conectar, tras bastidores, a los grupos delictivos con personajes influyentes. Y usar su profesión para llevar una doble vida que la convirtió en la mujer que lo sabía todo pero que al mismo tiempo no imaginó lo que eso significaría.