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El fenómeno de El Niño llegará en agosto o antes: ¿Los efectos serán peores que en 1983 y 1998?

El invierno 2023, si lo medimos por la cantidad de personas afectadas, ha sido tres veces peor que el invierno de 2022.

lunes, 10 julio 2023 - 12:35
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Todas las agencias meteorológicas del mundo prevén que el fenómeno de El Niño llegará en agosto o antes. El Ecuador lo recibirá con una infraestructura endeble, con una economía en riesgo y con incertidumbre política. Más de la mitad del territorio nacional está en riesgo. ¿Los efectos serán peores que en 1983 y 1998?

Pasada la medianoche del 24 de mayo, un río que baja de la cordillera y atraviesa el cantón Las Naves, en la provincia de Bolívar, aterrorizó a la población. El sector San Francisco quedó bajo el agua y en La Playita falleció una persona. Varias viviendas colapsaron.

Mientras en Esmeraldas, las lluvias que empezaron la noche del sábado 3 de junio y continuaron al día siguiente desbordaron siete ríos, generando 20 inundaciones que destruyeron 335 viviendas y afectaron a más de 19 mil habitantes en los siete cantones de la provincia verde.

El invierno 2023, si lo medimos por la cantidad de personas afectadas, ha sido tres veces peor que el invierno de 2022. Los daños no se han cuantificado aún, pero se estiman en varios cientos de millones de dólares, buena parte de ellos en infraestructura de salud, educativa y vial.

Pero la época lluviosa que normalmente llega hasta los primeros días de mayo no termina ni terminará. El Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN), que tiene su sede en Guayaquil advierte que “El pronóstico para el próximo trimestre (junio, julio y agosto) prevé altas probabilidades de condiciones de El Niño, con un 93 por ciento. Asimismo, hay una alta probabilidad de que estas condiciones se mantengan por todo el año 2023”. Y añade que: “Los pronósticos de precipitación para el mismo trimestre indican valores por encima de lo normal en la región costera del Ecuador y centro y norte de la costa del Perú”.

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El baby shower...

Las condiciones en las que el Ecuador va a recibir al fenómeno de El Niño que técnicamente se llama El Niño Oscilación del Sur (ENOS), no son las mejores.

La última etapa invernal ha dejado, según la Dirección de Monitoreo de la Secretaría de Gestión de Riesgos, 83 kilómetros de vías afectadas que cortaron la circulación en cuatro de las siete carreteras más importantes que comunican la Costa con la Sierra. Hay 55 puentes destruidos y otros 20 en mal estado. Por si fuera poco, han sido afectados 52 establecimientos de salud y 1.156 unidades educativas, una cuarta parte de las últimas con daño estructural.

La situación económica, fundamental para enfrentar la emergencia, tampoco es halagadora. Según el director de Cordes, José Hidalgo Pallares, la economía este año se está desacelerando y va a crecer menos que el año anterior. Eso hará aumentar el déficit fiscal ya que mientras la producción petrolera se mantiene debajo del medio millón de barriles diarios, las recaudaciones tributarias netas que ingresan al Presupuesto del Estado estarían a la baja.

Lo que se viene es grave, y vamos a orientar una campaña en las próximas semanas, porque el Ecuador debe saber que esto es de todos y debemos tener conciencia del problema que se viene”, dijo a Ecuavisa el nuevo ministro de Obras Públicas, César Rohon. Adelantó que planean construir albergues, adquirir puentes Bailey y maquinaria que esté disponible para enfrentar las emergencias que se presentaren. Y que por lo pronto cuenta con 23 millones de dólares para lo que podríamos llamar, el “Baby Shower”.

¿Qué esperar?

Basados en las experiencias de los anteriores fenómenos de El Niño, ocurridos en 1983 y 1998, la Secretaría de Riesgos ha determinado cuáles son los sectores del país que podrían resultar más afectados. Eso ha hecho que en días pasados se haya declarado emergencia amarilla en 143 cantones de 17 provincias. Eso equivale a más del 50 por ciento del territorio nacional. Quedan fuera de este mapa, solo Tungurahua y las seis provincias amazónicas.

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Las mayores afectaciones se darían por inundaciones y por deslizamientos de tierra. Las provincias más susceptibles a recibir daños por desbordamientos de ríos son Guayas, El Oro y Los Ríos. El presidente de la Cámara de Agricultura de la II Zona, Kléber Sigüenza, recuerda que “En estas tres provincias de la Costa se cosecha sobre el 70 por ciento de la producción agrícola nacional”. Los cultivos predominantes son banano, arroz, caña de azúcar, maíz, café y cacao.

Los deslizamientos de tierra se presentarían sobre todo en las estribaciones occidentales de la cordillera de los Andes y los cantones más afectados serían Santo Domingo en la provincia del mismo nombre, Pangua en Cotopaxi y Piñas en El Oro. Las familias cuyas viviendas se verían directamente afectadas podrían bordear las 10 mil.

La estimación de las pérdidas económicas se puede hacer también en base a los dos fenómenos anteriores. El estudio más confiable proviene de la Corporación Andina de Fomento que ejecutó los cálculos tras un pedido expreso de los presidentes andinos reunidos en Guayaquil en abril de 1998. El organismo regional determinó que, en 1998, las pérdidas directas e indirectas atribuidas al fenómeno climático, fueron de 2.882 millones de dólares. Esa cifra traída a valor presente supera los 5.000 millones de dólares.

Entonces, los más afectados fueron los sectores productivos donde solo el agropecuario absorbió el 41 por ciento de las pérdidas. La infraestructura demandó un 30 por ciento. El resto se distribuyó en salud, vivienda, educación y en la atención de emergencias. Ese fenómeno fue posterior a la guerra con Perú y cuando dejó de llover, se inició la crisis bancaria que quebró al país, destruyendo la política monetaria. Una de las secuelas de este fenómeno fue el auge de enfermedades tropicales. Por ejemplo, en 1997 los casos de malaria se incrementaron en 37 por ciento y se duplicaron al año siguiente. Algo peor pasó con el cólera que de 22 casos registrados en 1997, subió a 3.740 en 1998. El dengue también hizo de las suyas.

El fenómeno es monitoreado por todas las agencias meteorológicas del mundo debido a que las afectaciones son globales. Mientras se espera altas lluvias en algunos sectores del planeta, se presagia una grave sequía en Europa. Ante esta realidad, quizá solo resta unirnos a las súplicas del ministro Rohon: “Hay que pedirle a Dios que deje de llover y que, si El Niño viene, que venga suave”.

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