En la ceremonia de investidura realizada en la Asamblea Nacional, Guillermo Lasso, quien se convierte en el Presidente número cuarenta y siete de la República del Ecuador, estuvo acompañado por su esposa María de Lourdes Alcívar, su familia y su equipo de gabinete. No obstante, uno de los asistentes llamó la atención de los ciudadanos que veían el acto televisado y transmitido a nivel nacional.
Luego de jurar su cargo para los próximos cuatro años y de dar su discurso, Lasso bajo del podio se acercó a sus familiares para abrazarlos y también aprovechó para saludar a otras personas que estaban a su paso, pero en medio de la multitud, Lasso empezó a buscar a alguien, a un hombre de cabellos blancos, a quien dio un afectuoso abrazo.
Se trataba de Danilo Carrera Drouet, su cuñado y primer jefe, quien ayudó a Lasso a conseguir su primer empleo en la Bolsa de Valores, cuando este apenas tenía 15 años, para que pudiera pagarse el colegio.
El hecho quedó registrado por las cámaras y en las redes sociales varios ciudadanos destacaron el emotivo momento.
A sus 65 años, Guillermo Alberto Santiago Lasso Mendoza ha forjado una exitosa carrera como empresario. Empezó a trabajar desde joven y pese a que no culminó sus estudios universitarios, logró ser uno de los banqueros más influyentes.
El gusto por la banca lo heredó de su padre que fue gerente del Banco Nacional de Fomento hasta que el quinto gobierno de Velasco Ibarra lo obligó a jubilarse. Con el jefe de familia desempleado, los problemas económicos no demoraron en aparecer. Los tres hijos menores estaban aún en secundaria y dos de ellos debieron cambiarse a colegio fiscal. Solo Guillermo permaneció hasta graduarse en el San José La Salle, primero con la ayuda de una tía y luego con el fruto de un trabajo sencillo en la Bolsa de Valores. Su primer jefe fue quien también es su cuñado y su socio, Danilo Carrera Drouet.
En banca se inició en la financiera Cofiec para luego encargarse de Finansur, donde Carrera era accionista.
En 1984 aprovecharon una oportunidad para adquirir el control del Banco de Guayaquil, que para entonces no figuraba entre los 10 más grandes del país.
El siguiente paso fue fusionar el banco con la financiera, gestión que sumó clientes e inyectó confianza. La compra de otro banco mediano puso al Guayaquil a competir en ligas mayores.
De la crisis bancaria salió bien librado. Demostró tener un patrimonio técnico superior al mínimo legal y una cartera alejada de préstamos vinculados.
En 2012 anunció su renuncia a la presidencia ejecutiva del Banco Guayaquil “para dedicarme a servir”, según dijo públicamente.