“Gimeno les dio muerte de forma planificada y premeditada para provocar un inhumano dolor a su ex pareja”, afirmó la jueza que investiga el caso de las niñas españolas.
Tomás Gimeno, el hombre desaparecido junto a sus dos hijas Anna y Olivia, de uno y tres años respectivamente, el pasado 27 de abril en la isla española de Tenerife, habría dado muerte a las niñas en su finca y arrojado sus cuerpos al mar, en un plan preconcebido para causar a su expareja el mayor dolor, según la investigación.
En último informe judicial se afirma que el hombre mató a sus hijas en su casa de Igueste de Candelaria, en la isla de Tenerife, las envolvió en toallas, las metió en bolsas de basura y luego en otras de deporte.
Son datos de un auto judicial difundido este sábado, tras conocerse que Olivia, la niña mayor, cuyo cadáver fue localizado el pasado jueves, dentro de una bolsa de deporte y hundido en el mar a mil metros de profundidad, murió a causa de un edema pulmonar agudo, de acuerdo a las primeras informaciones de la autopsia.
El hombre quiso hacer sufrir lo máximo posible a Beatriz Zimmermann, su ex pareja y la madre de las pequeñas.
El 27 de abril, Gimeno acordó con Zimmermann pasar la tarde con sus hijas, lo que implicaba recogerlas hacia las 17 y llevarlas de nuevo a casa a las 21. Primero llevó a Olivia a clases de alemán, donde acudía los martes y jueves.
Más tarde, Gimeno se dirigió con las niñas a casa de sus padres, dejó allí a Anna y llevó a Olivia a clases de tenis hasta aproximadamente las 18.30. “Tal circunstancia la aprovechó Gimeno para acudir hasta la Marina de Santa Cruz, donde estacionó su coche a las 17:50 horas a la altura del pantalán en que mantenía atracado su barco para probar el motor, abandonando la Marina poco antes de las 18:00 horas”, afirma el informe.
Después de recoger a Olivia, regresó al domicilio de sus padres, donde permaneció hasta minutos antes de las 19:30. Apenas 15 minutos después, llegó a su casa en Igueste de Candelaria.
A las 21:50 , desesperada, la madre de las niñas llamó de nuevo a Gimeno que le gritó por teléfono que ya no iba a ver ni a las niñas ni a él, que se iba con ellas y que iba a empezar una nueva vida.
Cuando ya estaba suficientemente alejado de la costa y sobre una zona que conocía profunda, hacia las 22:30 horas, Gimeno arrojó al mar desde su barco las bolsas de deporte que contenían en cuerpo sin vida de su hija Olivia y presuntamente el de su hija Anna, ambas amarradas a un ancla por medio de una cadena y un cabo
Y luego, a las 22:30 volvió a llamar a su ex mujer. ”No puedo permitir que crezcan sin mí”, le dijo cuando le advirtió que se las llevaba y que no las volvería a ver.
Según la magistrada encargada de dirigir la investigación, Gimeno, de 35 años, "de manera deliberada quiso colocar (a su expareja y madre de sus hijas) en la incertidumbre acerca de la suerte o destino que habían sufrido en sus manos Olivia y Anna".
En el auto, la jueza deja sin efecto la vigente orden internacional para la detención del presunto parricida por el delito de sustracción menores y sustituirla por otra por dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género
Desde que se rompió la relación entre los padres de las niñas, hace cerca de un año, Tomás dedicó a su expareja "un trato vejatorio y denigrante" con "comentarios descalificativos, ofensivos y ultrajantes".
Con ellos, señala, pretendía menospreciar a la madre de sus hijos "por haber rehecho su vida con una nueva pareja" y aseguraba no tolerar "que compartiera momentos con sus hijas".
Mientras tanto, continúa la búsqueda de los restos de la pequeña Anna y saber qué paso con Gimeno. Las autoridades sospechan que “el monstruo de Tenerife”, se suicidó.
La mayoría de los 39 asesinatos de menores por sus padres o las parejas o exparejas de sus madres registrados en España desde 2013 se produjeron tras la separación, el divorcio o el inicio de la mujer de una nueva relación sentimental.