La mundialmente conocida Capilla de Cantuña ubicada en la Plaza San Francisco del Centro Histórico de Quito, volvió a abrir sus puertas a fieles, ciudadanos y turistas, este 5 de de junio, luego de 8 meses de trabajos de restauración y mantenimiento.
Durante los trabajos se hallaron piezas históricas que permanecieron escondidas por años, como una pintura mural ubicada tras el retablo de San Lucas, y el escudo de Cantuña que estuvo guardado en uno de los campanarios.
El escudo de cantuña estuvo escondido por años en uno de los campanarios.
Un total de 20 técnicos, maestros y albañiles trabajaron en la consolidación estructural e inyecciones, en el reforzamiento de los pisos de madera. Se efectuaron también prospecciones arqueológicas para determinar las temporalidades del sitio, según informó Ecuador Tv.
El Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) estuvo a cargo de la obra que tuvo una inversión de 165.000 dólares, y en la que también se restauró muebles, retablos, pan de plata, pan de oro y esculturas.
Parte de la intervención fue hacer excavaciones para hallar restos arqueológicos en el subsuelo de la capilla, tras las cuales se encontraron restos óseos humanos.
“La Capilla de Cantuña volverá a ser el centro de las plegarias de los quiteños”, señaló Fray Bastidas, guardián máximo del Convento San Francisco.
El director ejecutivo del IMP, Andrés Velasco, dijo que “este patrimonio, arquitectónico religioso nos permite tener latente parte de nuestras tradiciones y el legado cultural de época colonial que se estaba deteriorando.
Esta icónica capilla fue construida en 1587 por la tercera orden fanciscana, y guarda dentro varias obras de arte de la Escuela Quiteña.
La leyenda de Cantuña
La historia cuenta que los padres franciscanos encomendaron a un indígena de nombre Cantuña la construcción de esta capilla. Él aceptó y puso como plazo seis meses, a cambio recibiría una gran cantidad de dinero.
Aunque parecía una hazaña imposible lograr terminarla en seis meses, Cantuña puso su mayor esfuerzo y empeño en terminarla, reunió un equipo de indígenas y se propuso terminarla. Sin embargo, la edificación no avanzaba como él esperaba. En esos momentos de angustia se le presentó Lucifer y le dijo: “¡Cantuña! Aquí estoy para ayudarte. Conozco tu angustia. Te ayudaré a construir el atrio incompleto antes de que aparezca el nuevo día. A cambio, me pagarás con tu alma”.
Cantuña aceptó el trato, solo le pidió una condición a Lucifer, que termine la construcción de la iglesia lo más rápido posible y que sean colocadas absolutamente todas las piedras.
Sin embargo, este se vio desesperado porque los diablillos avanzaban muy rápido, tal como lo ofreciera Lucifer. La obra se culminó antes de la medianoche, fue entonces el momento indicado para cobrar el alto precio por la construcción: el alma de Cantuña.
El diablo al momento de ir ante Cantuña a llevarse su alma, este lo detuvo con una tímida voz, ¡Un momento! – dijo Cantuña. ¡El trato ha sido incumplido! Me ofreciste colocar hasta la última piedra de la construcción y no fue así. Falta una piedra. El indígena había sacado una roca de la construcción y la escondió sigilosamente antes de que los demonios comenzaran su obra.
Lucifer, asombrado, vio como un simple mortal lo había engañado. Así, Cantuña salvó su alma y el diablo, sintiéndose burlado, se refugió en los infiernos sin llevarse su paga.