Lo que empezó como un ambicioso plan de reubicación para mejorar la calidad de vida de miles de familias se transformó en un polvorín de delincuencia. Socio Vivienda , el proyecto estatal que promete oportunidades, hoy es sinónimo de peligro . Entre casas de 36 metros cuadrados, ausencia de espacios públicos y pandillas en cada esquina, el crimen se ha adueñado del territorio. ¿Cómo llegamos aquí?
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Pocas semanas antes del inicio de la pandemia, en enero de 2020, se viralizó un video el que se veía a varios niños asaltando un taxi, mientras varios adultos alrededor celebraban la consumación del delito . Eso ocurrió en Socio Vivienda 2, al noroeste de Guayaquil, considerada la zona más violenta del Puerto Principal.
Ayer, seis de marzo, 22 personas fueron asesinadas en esa misma ciudadela, que hoy amaneció llena de militares y policías. “Todos los policías y militares que hayan actuado y que vayan a desplegarse en Nueva Prosperina, cuentan desde ya con indulto presidencial. Necesitamos que actúen con determinación y sin temor a represalias. Defiendan al país, yo los defiendo a ustedes”, trinó el presidente Daniel Noboa.
¿Qué es Socio Vivienda y por qué se ha vuelto tan peligroso?
Uno de los deseos del presidente Rafael Correa al inicio de su gestión fue el de ver nuevamente al Estero Salado como un sitio de distracción para los guayaquileños. Así lo fue hasta los años cincuenta del siglo XX y en varias sabatinas recordó las historias que escuchó de sus mayores.
De ahí nació el proyecto denominado “Generación y restauración de áreas verdes para la ciudad de Guayaquil-Guayaquil Ecológico”. El plan encerraba el subprograma “Recuperación ecológica del Estero Salado”. El liderazgo de este recayó en el Ministerio de Ambiente pero involucraba a otras seis dependencias estatales incluyendo la Gobernación del Guayas y la Dirección Nacional de Espacios Acuáticos.
Uno de los primeros inconvenientes para controlar la contaminación del Estero Salado fue la presencia de viviendas construidas al pie del brazo de mar, e incluso ganándole terreno a este. La idea de construir un malecón que aísle la zona habitada de la acuática se volvía compleja.
Es por ello que el plan subió de prioridad y, en junio de 2010, la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) lo declaró como prioridad nacional. Así ingresó también al proyecto el Misterio de Desarrollo Urbano y Vivienda (MIDUVI) con la finalidad de reubicar en otro sector de la ciudad a las familias que debían ser desalojadas de las orillas del estero. De paso, decían, “Se busca la reducción del déficit habitacional como parte de la agenda social del gobierno”.
El sitio escogido fue contiguo a las invasiones que ya desde el inicio de la construcción de la Vía Perimetral se dieron a lo largo de esta, sobre todo en el noroeste de Guayaquil. A los programas se los denominó “Socio Vivienda”, constan de tres etapas y colindan con asentamiento informales más antiguos como Guerreros del Fortín o Lomas de la Florida.
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En la primera etapa se reubicó a las familias desplazadas del Estero Salado y otras de muy escasos recursos. Fueron 5.844 soluciones habitacionales, la mayoría de viviendas unifamiliares. En 2011 se anunció la construcción de 14 mil nuevas soluciones que incluían 1.504 edificaciones cuádruples. Estos últimos consisten en cuatro departamentos, dos arriba, dos abajo, adosados entre sí.
Cada solución habitacional tiene apenas 36 metros cuadrados, sin patio, y las villas tienen cubiertas de zinc, lo que incrementa sustancialmente la temperatura interior de los hogares. El plan se basó en un esquema de subsidios estatales, en el cual los adjudicatarios terminaban pagando solo un 10 por ciento del costo de la vivienda. En algunos casos las viviendas se entregaron sin acceso a servicios básicos como agua potable, aunque eso fue solucionado en años posteriores.
“La vivienda debe contar con características específicas. Debe entenderse como algo más que un techo. Estamos hablando de lo que debe ser el entorno ideal para el crecimiento y desarrollo de una familia”, reflexionaba el arquitecto John Dunn Insua en una columna en el diario El Universo, en 2017.
Y agregaba: “Ya son de conocimiento público las negativas consecuencias de satisfacer la demanda de vivienda a través de extensos proyectos destinados únicamente a la construcción de casas y departamentos, sin que se dé la interacción con espacios de uso de suelo mixto. Proyectos como Pruitt-Igoe en St. Luis, Missouri, o Ixtapaluca, en México, han fracasado por destinar sus espacios exclusivamente a la vivienda, sin dejar sectores destinados a usos mixtos entre comercio y vivienda. El aumento de la inseguridad es el precio a pagar por la exclusividad del uso del suelo”.
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Efectivamente, la violencia poco a poco se fue apoderando de Socio Vivienda . Una línea imaginaria pronto dividió las manzanas. Se constituyeron dos sectores: Las Barracas y Las Favelas , ambas captadas por pandillas que respondían a Grupos de Delincuencia Organizada.
El nombre Las Barracas también fue “mudado”. Así se llamaba el barrio de la isla Trinitaria de donde provienen sus moradores. Allí viven unas 24 mil personas en unas decenas de manzanas con 35 villas cada una. Reportes periodísticos han revelado que los menores de edad que allí crecen son en muchos casos niños cuyas madres tienen cuentas pendientes con la justicia, con padres presos en la Penitenciaría o huérfanos de padres muertos por enfermedades o por la misma violencia.
En resumen, la falta de planificación urbana integral llevó a la segregación espacial, al deterioro de los conjuntos habitacionales y al aumento de la inseguridad. La ausencia de programas sociales , culturales y deportivos dejó a los habitantes, especialmente a los jóvenes, sin opciones de desarrollo, perpetuando ciclos de pobreza y violencia.