Ha pasado más de una semana desde que un terremoto de 7.8 grados sobre la escala de Richter y su réplica, de 7.6, devastaron el sur de Turquía y el norte de Siria, ocasionando el fallecimiento de al menos 41 mil personas.
Desde la madrugada en que tuvo lugar el movimiento telúrico, una perrita de color negro espera pacientemente un reencuentro con su dueña, frente a un edificio de apartamentos, reducido a escombros, dentro del que se presume que murió la mujer, el pasado 6 de febrero.
El hermano de la afectada, Mustafa Sonmez, relató que la perrita regresaba siempre a las afueras su antiguo hogar, ubicado en la provincia de Hatay y ahora destruido, sin importar que la dejase en otros sitios a salvo.
Herida y fatigada, la mascota ha permanecido recostada durante día y noche esperando al avistamiento de la mujer, mirando las máquinas que retiran las estructuras caídas de la zona.
Mientras los días pasaban, sus heridas eran tratadas por rescatistas voluntarios, quienes se conmovían por la insistencia del animal de esperar a su dueña, quien no había sido vista desde que el terremoto se desencadenó.
Mustafa también acude al sitio en el que la perrita se posa con frecuencia, para acariciarla mientras se aferra a la esperanza de que su hermana sea protagonista de otro de los "milagros" que se han registrado en las labores de rescate, casi 9 días después de su desaparición.
Por ahora, el can se dedica enteramente a esperar. Labores de búsqueda se están llevando a cabo para dar con la mujer o su cuerpo, conscientes de que cada día que pasa se traduce en una reducción de las posibilidades de hallarla con vida.