En 1986, la abuela y la tía abuela del cantante Fito Páez fueron asesinadas por dos personas que irrumpieron en su hogar en Rosario, Argentina. Es bien sabido que este suceso es uno de los más tristes en la vida del “trovador del rock argentino”, quien además perdió a su madre cuando tenía apenas ocho meses de vida.
Durante muchos años una bruma de misterio rodeó el hecho, pero ahora el escritor Federico Anzardi lanzó a las librerías su obra “Hay cosas peores que estar solo. Fito Páez y Ciudad de pobres corazones”, en la que reconstruye la muerte de estos personajes tan importantes parala vida de Páez.
Anzardi le reveló a Infobae que siempre se sintió curioso por la historia detrás del disco Ciudad de pobres corazones (1987). Por ello, a través de más de 80 testimonios, intentó narrar el trágico hecho que marcó la vida del artista y volvió aquel período uno de los más tristes.
“Pude recorrer la zona donde Fito vivía con su papá y sus abuelas en Rosario y hablar con gente que los conoció. No quedaban tantas personas de esa época. Algunas murieron y otras se mudaron, pero un par todavía están ahí, en medio de edificios que en aquel momento no existían. Esas personas me contaron detalles del día a día de esa cuadra y me conectaron con algunos vecinos que fueron testigos del hallazgo de los cuerpos”, dijo al medio argentino.
LAS MUERTES
Anzardi contó que en 1985 murió Rodolfo, el padre de Fito, por lo que para 1986, las abuelas eran la única familia cercana que le quedaba. Ellas lo adoptaron desde muy pequeño, cuando su madre murió. Los primos de Fito y sus tíos vivían en Villa Constitución, a pocos kilómetros de Rosario, pero realmente el cantante creció en una casa rodeado de Rodolfo y Belia y Pepa, las abuelas de Páez.
“Cuando ocurren los crímenes Fito estaba en Río de Janeiro. Venía en una carrera ascendente a nivel musical y popular. Había llenado el Luna Park, su último disco era Giros, que tenía temas como “11 y 6” o “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Acababa de grabar La la la junto a Luis Alberto Spinetta y todos los medios lo consideraban un genio que no tenía techo. Los crímenes fueron un mazazo que interrumpieron, de alguna manera, ese camino”, explicó el escritor.
Aquel 7 de noviembre de 1986, el bajista Walter de Giusti, un excompañero de Páez del colegio, y su hermano, entraron a la casa de Belia y Pepa y las balearon y acuchillaron, así como también a la empleada, quien se encontraba embarazada. Sobre el hecho, Páez manifestó que cuando se enteró entró en un estado de rabia tal que perdió la consciencia.
“No puedo explicar cómo quedó el cuarto del hotel en Río. Lo destrocé. Dolor violento. Perdí tanto la conciencia que hoy no me acuerdo exactamente lo que sucedió. Era como un animal enjaulado en su propio dolor. Creo que me la pasé todo el día llorando, tomando whisky y lexotanil”, dijo en una entrevista con medios internacionales hace tiempo.
Durante mucho tiempo se especuló sobre amigos, vecinos e incluso tíos y primos de Páez, cosa que deja explicitado en sus canciones del álbum Ciudad de pobres corazones. Finalmente de Giusti fue atrapado un año después cuando un policía se dio cuenta de que su pareja, una persona trans, llevaba colgado uno de los collares de las abuelas de Páez. En agosto de 1987 fue condenado a cadena perpetua, aunque sus condenas fueron bajando pues contrajo VIH, por lo que tuvo que cumplir arresto domiciliario. Tras una serie de problemas con las autoridades y un reingreso a la cárcel, falleció por sida en 1998.
Anzardi explicó que Páez ha indicado varias veces que no ha podido llegar a odiar al asesino de sus abuelas. “’No me enseñaron a odiar’, creo que decía. Y me parece que eso se debe al profundo amor que Fito siempre rescata cuando habla de su familia. No solo de “las viejas”, como él les decía, sino de su papá. Y esto es algo que lo confirmaron también los músicos y amigos de Fito con los que pude hablar”, le dijo el escritor a Infobae.
Para el experto, Páez nunca dejó de hablar del asesinato de sus abuelas en sus canciones. Líneas como “Llegó la muerte un día y arrasó con todo”, en Tumbas de la gloria, o “ellas cocinaban el arroz, él levantaba sus principios de sutil emperador”, en Mariposa tecknicolor, como referencia también a su padre. “Fito utiliza su creatividad para mirarse, recordar y reflexionar. Para encontrarse”, detalló el escritor.
No obstante, Anzardi dijo que también creía que la muerte de las abuelas retrasó el éxito de Páez, pues si bien para el 86 era considerado “el futuro del rock en Argentina”, después del fallecimiento se volvió “anticomercial”.
“Se puso a cantar: “En esta puta ciudad todo se incendia y se va” en lugar de “quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón”. Su actitud cambió. Después de los crímenes se mostraba ante la prensa irónico, escéptico y desesperanzado. Adoptó un look súper rockero y dark que le dio una nueva faceta pero que le redujo la llegada hacia la masividad”.
En 1990 Páez no tenía dinero y quería irse de Argentina pues la discográfica no le había renovado el contrato por sus sombríos álbumes Ciudad de pobres corazones y Ey!. Grabó el disco Tercer Mundo en un estudio prestado y con músicos gratis.
“A los pocos meses conoció a Cecilia Roth. Ahí empezó a apagarse la angustia que arrastraba”, declaró Anzardi.