El mantenimiento de las instalaciones olímpicas es una patata caliente para las ciudades organizadoras de los Juegos al que ahora se enfrenta Tokio, que tiene precedentes cercanos de un reciclaje acertado de las sedes, como hizo Londres, pero también de la ruina más evidente de los estadios de Atenas.
El Estadio Nacional en el que se clausuraron los Juegos de 2020 costó 156.900 millones de yenes (1.310 millones de euros/1.410 millones de dólares) y su mantenimiento asciende a 2.400 millones de yenes anuales (20 millones de euros/21 millones de dólares), por mencionar un ejemplo de lo que tendrán que asumir los organizadores a corto plazo.
El potencial de la principal instalación de Tokio para albergar competiciones deportivas o actos culturales multitudinarios también es una incógnita en el actual contexto pandémico.
RÍO, UN PLAN CON CINCO AÑOS DE RETRASO
Cinco años después de los Juegos de Río 2016, el alcalde la ciudad, Eduardo Paes, anunció el día 22 los nuevos usos que tendrán algunas de las instalaciones del Parque Olímpico, convertido en un "elefante blanco" por su abandono.
Tres coliseos serán escuelas municipales y otros espacios se ofrecerán en régimen de concesión a la iniciativa privada, de acuerdo con el nuevo plan.
El Parque Olímpico incluye entre otras instalaciones el Velódromo, el Parque Acuático, la Arena Olímpica de Río y el Centro Olímpico de Tenis, todas ellas ubicadas en Barra de Tijuca, al oeste de la ciudad.
Los estadios que fueron construidos para balonmano y para las actividades acuáticas se desmontarán y con sus estructuras se levantarán cuatro escuelas, un proyecto que tendrá un costo estimado de 78 millones de reales (unos 15 millones de dólares) y que, según el alcalde, deberá arrancar en septiembre para quedar listo en 2023.
Los centros educativos se ubicarán en cuatro barrios de la zona oeste de Río, con poblaciones de escasos recursos, y cada uno de tendrá una capacidad para 245 estudiantes.
La Arena 3, el único coliseo que está en funcionamiento, bajo gestión municipal, no se desmontará pero también será convertido en una escuela con 24 aulas y un gimnasio donde se ofrecerán clases de actividades deportivas gratuitas para los estudiantes.
La idea de convertir los pabellones en escuelas no es nueva y bajo ese criterio fueron construidos para los Juegos, pero tras cinco años sigue en el aire debido, según Paes, a la ineficiencia de la pasada administración municipal.
El centro de tenis y otros pabellones del Parque Olímpico serán entregados en concesión a la iniciativa privada y la licitación está prevista para noviembre próximo. La alcaldía también construirá una pista de atletismo que será entregada al Comité Olímpico Brasileño (COB).
Las instalaciones olímpicas costaron más de 40.000 millones de reales (unos 8.000 millones de dólares al cambio actual) y hoy están en el abandono, deterioradas y salpicadas por los escándalos de corrupción que dejaron los millonarios desvíos de recursos públicos descubiertos durante las obras.
REDUCIR, REUSAR, RECICLAR: EL EJEMPLO DE LONDRES
Cuatro años antes, en 2012, se disputaron los Juegos de Londres. Hace ahora nueve años que el Gobierno británico creó el London Legacy Development Corporation (LLDC), un organismo dedicado a gestionar el desarrollo del Parque Olímpico Isabel II y sus alrededores después de la cita deportiva.
Construido en el este de la capital en torno a cuatro grandes barrios, el parque ha dejado paso a nuevas zonas residenciales y de oficinas, tras el desmantelamiento de las sedes temporales, como el pabellón de hockey o el de baloncesto, cuyas gradas, en un ejemplo de reciclaje, fueron trasladadas al nuevo estadio del club de fútbol Barnet.
También se retiraron del Centro Acuático las áreas levantadas de manera provisional, lo que ha reducido su capacidad desde las 17.000 localidades a apenas 3.000, mientras el Copper Box, que albergó el balonmano, el pentatlón moderno o la esgrima, acoge ahora los partidos del equipo de baloncesto London Lions.
El LLDC encontró más dificultades para reinventar el Estadio Olímpico, foco central de los Juegos con las pruebas de atletismo y las ceremonias de apertura y clausura, que congregaron a 80.000 espectadores.
Tras la cita olímpica, su aforo se redujo a 60.000 localidades, con vistas a seguir siendo un estadio de atletismo permanente, pero, finalmente, se convirtió en 2016 en la "casa" del West Ham United, equipo de la Premier League inglesa.
Rebautizado entonces como London Stadium, es ahora una de las instalaciones más activas del Reino Unido, pues, además de los partidos de fútbol, acoge pruebas de atletismo, encuentros de rugby y otros eventos, como conciertos y festivales.
LOS JUEGOS DE INVIERNO, UNA SEGUNDA OPCIÓN PARA PEKÍN
Pekín será la primera ciudad de la historia en celebrar Juegos Olímpicos tanto de verano como de invierno, y algunas de las sedes que se utilizaron en los JJOO de 2008 se emplearán también en el evento que tendrá lugar el próximo febrero en la capital china.
Entre ellas destaca el Nido del Pájaro -apodo con el que acabó conociéndose al Estadio Nacional-, que hasta ahora solo había acogido esporádicamente eventos como conciertos y partidos amistosos de fútbol y que albergará las ceremonias de inauguración y de clausura de los Juegos de invierno de 2022.
También se utilizará el Centro Acuático Nacional, conocido como "El Cubo de Agua", para acoger la competición de curling, así como el Estadio Nacional Cubierto para el hockey sobre hielo.
El Centro Deportivo de Wukesong, sede del torneo de baloncesto de los Juegos de 2008 y del Mundial de 2019, también acogerá partidos de hockey sobre hielo, mientras que el Óvalo Nacional de Patinaje de Velocidad, erigido sobre el Parque Olímpico construido para 2008, será sede de la competencia de patinaje de velocidad sobre hielo.
Por otra parte, el Olympic Green Tennis Center, construido para los Juegos Olímpicos de 2008, es ahora la sede para el Abierto de China, mientras que el edificio que acogió las pruebas de esgrima es ahora un Centro de Convenciones para exposiciones y conferencias.
ATENAS, EL CASO MÁS NEGATIVO
Los Juegos de Atenas de 2004 son por antonomasia el ejemplo negativo del derroche de fondos públicos que pueden suponer unos Juegos Olímpicos si no se les saca provecho a largo plazo. Casi 9.000 millones de euros de dinero público cayeron en un saco roto y se convirtieron en uno de los mayores gérmenes para la miseria económica que Grecia vivió después.
La cuna de los Juegos Modernos apenas ha sabido aprovechar nada de lo que se construyó entonces. Irónicamente, casi lo mejor conservado es el estadio Panathinaikó estrenado hace 125 años para los primeros juegos contemporáneos. Es allí donde a día continúa estando la meta del maratón de Atenas que, salvo en pandemia, se celebra religiosamente todos los años.
Lo que queda de Atenas 2004 es básicamente ruina.
Incluso en las contadas instalaciones olímpicas abiertas para eventos deportivos o culturales, la ausencia del mantenimiento es evidente. En algunas ni siquiera se han realizado reformas mínimas desde que terminaron los JJOO.
La emblemática cúpula del estadio olímpico de Atenas -donde juegan en casa los dos clubes más importantes de la ciudad, Panathinaikós y AEK-, diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava y que costó 130 millones de euros, es uno de los sitios en los que el tiempo y la falta de cuidados ha hecho más mella.
Del resto de las instalaciones del gran complejo olímpico, solo el estadio cubierto se utiliza regularmente por el equipo de baloncesto del Panathinaikós.
Otras instalaciones se han reinventado por completo, como el centro de bádminton, fuera del complejo, que hoy en día es un teatro, otra de las grandes pasiones helenas.