Su número es confidencial pero los "centenares" de rusos que luchan junto a los soldados ucranianos en la región de Donetsk (este), en una legión llamada "Libertad de Rusia", no se consideran "traidores".
Cuando su portavoz, "César", se reúne con periodistas, suele llevarlos ante las ruinas de un monasterio ortodoxo en Dolina, en una zona retomada por el ejército ucraniano hace unos meses.
La cúpula dorada destrozada, los escombros y los íconos religiosos tirados por el suelo son, según él, la muestra de "cuáles son los valores de Putin".
"No lucho contra la patria, lucho contra el régimen de Putin, contra la tiranía", dice "César", un hombre apuesto de ojos azules. "No soy un traidor. Soy un verdadero patriota ruso", asegura.
Creada al principio de la guerra, la Legión de Combatientes Rusos, cuyo emblema es un puño cerrado coronado por las palabras "Libertad" y "Rusia", forma parte del cuerpo internacional de voluntarios del ejército ucraniano.
Según "César", la legión cuenta con "varios centenares" de rusos que, tras recibir dos meses de entrenamiento, fueron desplegados a partir de mayo en el Donbás, la región minera del este de Ucrania que Moscú intenta conquistar totalmente.
Sus hombres están desplegados sobre todo en Bajmut, uno de los puntos más calientes del frente oriental, escenario de encarnizados combates entre tropas rusas y ucranianas desde hace varios meses.
Se dedican principalmente a la artillería y están bajo el mando de oficiales ucranianos.
"Son combatientes motivados y profesionales, hacen su trabajo a la perfección", declaró un oficial ucraniano bajo condición de anonimato.
Los reclutas han sido sometidos a numerosas entrevistas, pruebas psicológicas e incluso a un detector de mentiras para evitar cualquier riesgo de infiltración, explica.
"Participan en la guerra, pero no tienen un impacto significativo, debido a su reducido número", afirma el experto militar ucraniano Oleg Jdanov.
"Su importancia es más política. Es bueno para Ucrania poder demostrar que hay rusos que apoyan la democracia y la libertad, y que luchan en el bando correcto", afirma.
Es difícil saber quiénes son exactamente los "patriotas rusos" que componen la legión y cuáles son sus motivaciones.
Tikhiy, un obrero de Togliatti, la capital rusa del automóvil situada a 800 kilómetros al sureste de Moscú, procede de una familia mixta y su esposa, a la que conoció en Rusia, es ucraniana.
"Ella no habría entendido que nos hubiéramos quedado en Rusia", dice este padre de dos hijos, que estaba visitando a su familia en Kiev en el momento de la invasión.
Nunca regresaron a Rusia, y él se alistó en la legión del ejército ucraniano. Casi no tiene contacto con su familia en Rusia, que no entiende su decisión. "Les han lavado un poco el cerebro. Pero sé que están preocupados por mí".
Tikhiy ha solicitado la ciudadanía ucraniana, pero solo podrá obtenerla cuando acabe la guerra. "De momento sigo teniendo el pasaporte del enemigo".
"César", el portavoz, es originario de San Petersburgo, donde era fisioterapeuta.
Afirma tener motivaciones políticas y se define como un "nacionalista de derechas" que cree que el régimen de Vladimir Putin solo puede ser derrocado por la fuerza.
No confía en los opositores a Putin, "todos títeres", según él, y cree que sus compatriotas "no quieren ver ni oír nada".
"Rusia se muere. Si va a los pueblos verá borrachos, drogadictos, delincuentes. La gente está sufriendo", afirma.
"Este es el resultado de 20 años de Putin. Su sistema, su gobierno, sus diputados, todos son una mierda. Son perdedores, corruptos, ladrones, que solo piensan en vivir en el dinero y el placer. Esta no es forma de gobernar un país", asegura.
La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero fue el detonante que le decidió a llevar a su mujer y a sus cuatro hijos a Kiev.
"Ellos también viven con miedo a los bombardeos y al frío, pero están de acuerdo con mis decisiones", dice "César", que habla a cara descubierta ya que su familia está ahora "a salvo" en Ucrania.