El objetivo de esta acción coordinada, denominada "Global Chain" era perseguir a los grupos delictivos que explotan a víctimas procedentes de África, Asia y Sudamérica, así como de Europa (Balcanes y Ucrania), y ponen a sus presas bajo protección, según el comunicado de Interpol.
La operación, dirigida por Austria y Rumanía, contó con la participación de unos 130.000 agentes de policía, aduanas y fronteras, con operaciones en 25.400 lugares diferentes y controles a 1,6 millones de personas en puestos fronterizos, carreteras, estaciones y aeropuertos (con 153.300 vehículos y 8.644 vuelos controlados), según la misma fuente.
La acción policial, que tuvo lugar entre el 8 y el 15 de mayo, permitió también a las autoridades de Bulgaria detener a un presunto terrorista objeto de una notificación roja de Interpol desde 2015 y que viajaba con un pasaporte falso.
El comunicado de Interpol también destaca seis detenciones en Serbia de sospechosos acusados de obligar a diez mujeres a prostituirse, once detenciones en el norte de Macedonia por una red de explotación sexual de menores, y siete detenciones en Colombia por la explotación sexual de 27 víctimas.
"Los grupos delictivos ven a los niños bajo una luz diferente a la del resto de la sociedad; para ellos son una fuente potencial de explotación y beneficio", subrayó Stephen Kavanagh, director ejecutivo de los servicios policiales de Interpol, citado en el comunicado.
"Las operaciones como Global Chain nos permiten establecer vínculos vitales en la lucha contra las redes de traficantes", añadió.
Para coordinar las operaciones sobre el terreno, se creó en la sede de Interpol en Lyon (Francia) una célula que reúne a representantes de 24 países.
Además de Rumanía y Austria participaron Ucrania, los países bálticos, Islandia, el Reino Unido, Estados Unidos, Marruecos, Nigeria, Brasil, Colombia, Filipinas, Bangladesh y Vietnam.