La muerte de la joven Sylvia Likens, que ha sido inspiración para tres libros y dos películas tituladas “La chica de al lado” y “American Crime”, reveló el calvario que puede llegar a vivir alguien en silencio.
La tortura que sufrió la joven de 16 años, ocurrió en el año 1965 en Indianápolis, Estados Unidos, cuando en casa de la que era su niñera, Gertrude Baniszewski, fue asesinada por un barrio entero: una fila de niños esperaba para abusar sexualmente de ella.
Baniszewski, de 36 años, vivía juntos a sus hijos y cobraba 20 dólares a la semana a cambio de cuidar y acoger en casa a Sylvia Likens y a su hermana pequeña, Jennifer, de 15 años, reseña el medio COPE.
Todo empezó porque Sylvia había encontrado un trabajo de verano en un establecimiento local de ultramarinos, donde pasaba la mayoría del día. Gertrude le preguntó qué hacía tantas horas en la tienda. Ella le respondió que vendía botellas de refresco de vidrio vacías para ganar un dinero. La respuesta no convenció a la mujer, divorciada hasta en tres ocasiones y madre de 7 hijos de edades entre apenas unos meses y los 18 años.
En palabras de Baniszewski, Sylvia era una promiscua y una sucia. Por ello, ya se había encargado ella misma de avisar a todo el barrio de que la joven era prostituta .
Por ello, decidió aquella tarde castigar a la niña obligándole a desnudarse delante de sus 7 hijos. Tras quitarle la ropa fue a por una botella de Coca-Cola de grandes dimensiones, similar a las que la chica aseguraba que vendía en la tienda. Le introdujo la botella en la vagina.
En un momento de la agresión, la botella se rompió y el cristal comenzó a desgarrar las paredes vaginales de Sylvia. Lejos de provocar desconcierto o estupor, los niños respondieron entre vítores y júbilo cuando la botella se quebró en varios pedazos dentro de las partes íntimas de la joven.
Otra de las técnicas que empleaba la mujer para incentivar el abuso de sus hijos a Sylvia Likens era contarles que la joven le insultaba con frecuencia.
También, comenzó a manipular a su hijo de 12 años, John Jr, para que fuera su principal compinche en los maltratos. En más de una ocasión, madre e hijo recogieron los excrementos del pañal del pequeño Dennis Jr. para introducírselos a la joven en la boca.
Además, Gertrude encontró una forma de sacarle rédite a los abusos: empezó a cobrar 5 centavos a cada niños del barrio por quedarse a solas con la joven para continuar con los abusos.
Pocos días después del incidente con la botella de cola, Gertrude ordenó a su hijo John agarrarle los brazos mientras, con una aguja ardiendo, le marcaba en el pecho la frase “soy una prostituta y estoy orgullosa de ello”.
Por último, Gertrude tenía un plan: le obligaría a la joven a escribir una carta a sus padres confesándoles que pretendía marcharse de la casa de acogida de la mano de unos chicos que pretendían mantener sexuales con ella. Después, abandonarían su cuerpo en el bosque para que muriese de inanición. La chica escuchó el plan e intentó huir, pero fue sorprendida y asesinada a golpes.
Gertrude Baniszweski fue condenada a cadena perpetua por asesinato, mientras que varios de sus hijos fueron condenados a 20 años de cárcel.
En 1985, le fue concedida la libertad condicional a Gertrude Baniszweski , quien jamás reconoció la culpa por haber torturado, mutilado y asesinado en Sylvia Likens, basándose en el argumento de que no recordaba nada sobre aquellos meses. Según aseguraba, en esa época estaba bajo el efecto de un fuerte medicamento contra el asma. En cualquier caso, Gertrude murió solo 5 años después de un cáncer de pulmón en Iowa.