El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) informó que el reo murió el pasado jueves 12 de octubre del 2023 en una clínica de Valledupar por “múltiples afecciones”.
Previamente, fue diagnosticado con cáncer en un ojo y leucemia. De hecho, en sus últimas entrevistas aparecía demacrado y con una verruga en el ojo izquierdo.
Desde la cárcel, detallaba con cinismo su historial delictivo y aseguró haberse convertido al cristianismo. “Yo ya me perdoné (...) Ya lo hecho, hecho fue. Y yo qué me voy a ponerme a martirizar”, dijo en 2004, al canal RCN.
En otra intervención para el programa ‘Testigo Directo’, Garavito afirmó que estaba preparado para partir del mundo terrenal. “No le tengo miedo a la muerte porque esto es un ciclo”.
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‘La Bestia’ cumplía una condena de 40 años tras las rejas desde 1999. Inicialmente, la sentencia fue de más de 800 años, pero la pena máxima en Colombia es de cuatro décadas.
La justicia lo encontró culpable del abuso sexual y asesinato de al menos 170 menores de edad desde 1980 hasta su detención. Aunque otras reportes afirman que serían casi 200 afectados.
De acuerdo con su propia confesión, Garavito se hacía pasar por indigente, monje o vendedor para convencer a los niños a acompañarlo. Les ofrecía dinero y regalos.
Crónicas periodísticas y registros de las autoridades relatan su modus operandi de extrema crueldad para engañar a los menores y luego matarlos en zonas apartadas.
A algunas de las víctimas, en su mayoría hombres, les cortaba sus órganos reproductores después de muertos y se los insertaba en la boca.
Cuando las autoridades lo capturaron en 1999 en una zona rural de Villavicencio (sur de Colombia), acababa de intentar raptar a un niño.
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Garavito confesó también haber cometido crímenes en Ecuador y Venezuela. Un archivo de Revista Vistazo de 1999 menciona que dos niños de Chone (Manabí) murieron en manos del colombiano.
Las víctimas fueron identificadas como Abel Gustavo Loor Vélez, 14 años, y Jimmy Leonardo Palacios Anchundia, de 12 años. Ambos de familias extremadamente pobres, escolares y trabajadores al mismo tiempo.
En agosto de 1998 se encontraron dos osamentas en el cerro Guayas, que pertenecían a un hombre y una mujer no identificados. Lo raro era que estos huesos fueron hallados junto a los objetos personales de los niños desaparecidos, según reportó Vistazo en aquella época.
Nunca se supo si las familias de las víctimas pudieron sepultar los cuerpos de los menores de edad.
El colombiano se había asentado en la ciudad manabita, aduciendo ser religioso, comerciante y en ocasiones mendigo. Merodeaba las escuelas y entablaba amistad con los pequeños. “Les preguntaba el nombre, les regalaba dulces, los invitaba a caminar”, confesó Garavito ante un fiscal de Colombia.
También se especuló que en Santo Domingo cometió dos asesinatos, aunque no se llegó a esclarecer.
Ecuador lo sentenció a 22 años de prisión y en el 2014 lo pidió en extradición, pero Colombia respondió que debía cumplir primero la condena en su país.