No obstante, quienes acudieron para evaluar la emergencia quedaron boquiabiertos cuando se percataron de que el pasajero del automóvil no era un becerro, sino un imponente toro, que los veía de forma indiferente mientras permanecía quieto y calmado.
La misma mirada de incredulidad se replicaba en ciudadanos, algunos fascinados por los ajustes que el conductor había hecho a su carro para meter al bovino y otros aterrados ante la idea de que este podría saltar y correr sin control por las calles.
Lea también: De la Luna a las cercanías del Sol, India lanza una nueva misión espacial
El capitán Chad Reiman informó el jueves 30 de agosto a un canal de televisión local que el agente que abordó la situación le pidió al conductor que se detenga.
"El oficial le escribió varias advertencias (...) Había problemas que podían devenir en su detención, (como obstrucción a la visión del piloto) pero él eligió advertirlo y pedirle que lleve al animal de vuelta a casa", indicó.
El vehículo del que se apeó el toro después había dejado de ser uno convencional. Era un Ford Crown Victoria de color gris. Tenía una mitad de su primera fila de ocupantes cortada, por la que le faltaba techo y parrabrisas. Además, su puerta de copiloto se había convertido en un enrejado que proporcionaba más espacio al gigantesco animal. Su último detalle era la placa del automotor, en la que se leía "niño y perro".
Posteriormente se supo que el hombre aparentemente mantenía una relación con el bovino que se parecía más a la típica de hombre y can. El toro, llamada "Howdy Doody", era el mejor amigo de Lee Meyer, el conductor del curioso vehículo. "Lo consiguió hace ocho o nueve años, contó la esposa del hombre, Rhonda, en la radioemisora US92. "Tenía cinco o seis meses cuando lo compró y siempre ha sido su amigo y compadre", acotó la mujer.
Rhonda detalló que su marido tenía por costumbre sacar de paseo a Howdy cada semana para que pueda pastar en nuevos sitios pintorescos que encuentra a lo largo de paseos en su auto, totalmente dedicado ya a su toro.