Una madre de 39 años, propietaria de un salón de belleza en el noreste de Inglaterra, murió de forma trágica debido a un inusual accidente doméstico con una cama otomana, de acuerdo a un informe de la autopsia recientemente publicado.
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Helen Davey fue encontrada sin vida por su hija de 19 años, Elizabeth, quien relató los tensos segundos que precedieron el descubrimiento del cuerpo de su madre y su esfuerzo por intentar salvarla, aún cuando ya era demasiado tarde.
En una audiencia judicial sobre el caso, la joven describió la escena: "Subí las escaleras, la puerta del dormitorio de mi madre estaba abierta y la vi yaciendo de espaldas con la cabeza atrapada debajo de la cama. Sus piernas estaban dobladas como si intentara levantarse", contó.
La joven, al ver a su madre en esa situación, intentó desesperadamente levantar la cama para liberarla, pero, pese a que aplicaba toda la fuerza que tenían, las bisagras apenas se movían.
"Luchar por levantar la cama fue extremadamente difícil", dijo Elizabeth, quien logró sostenerla con su pie mientras intentaba sacar a su madre. "Noté que su cara estaba azul y había una clara marca en su cuello debido al marco".
La cama otomana, que utiliza un sistema de hidráulico a gas para elevar el colchón y ofrece espacio de almacenamiento, parece haber fallado, cerrándose inesperadamente y atrapando el cuello de Helen contra el marco de la base, mientras ella extraía cosas de su interior.
El forense Jeremy Chipperfield, que investigó la muerte de Davey, expresó en su informe que este tipo de error en el funcionamiento del mueble debía poner en alerta a todos los ciudadanos que tengan uno en casa, no solo en Inglaterra, sino en todo el mundo.
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Chipperfield advirtió a Jonathan Reynolds, Secretario de Negocios del Reino Unido, que, a menos que se tomen medidas, los mecanismos de pistón de gas en las camas podrían seguir ocasionando accidentes letales. "En mi opinión, existe el riesgo de que ocurran más muertes en el futuro si no se actúa", afirmó.
En el Reino Unido, el año pasado, al menos 18 personas perdieron la vida debido a estrangulamientos o asfixias en la cama, según la Royal Society for the Prevention of Accidents.