La empresa de seguridad privada Blackwater, una de las fuerzas beligerantes no estatales más grandes del mundo, volvió a la escena pública después de que su fundador, el exsoldado estadounidense Erik Prince, expresó este sábado estar en contra de la permanencia en el poder del mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro.
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Prince, exintegrante de las fuerzas de operaciones especiales de la Marina de dicho país norteamericano, aseguró ante la prensa que Maduro sigue aferrado a la Presidencia pese a haber perdido en las elecciones presidenciales de este año por un amplio margen de votos, en contra del candidato opositor Edmundo González Urrutia.
Tras emitir las controvertidas declaraciones, que fueron replicadas por medios internacionales, Prince se alió con un movimiento en redes sociales llamado "Ya Casi Venezuela", surgido este mes, que ha lanzado advertencias al Gobierno de ese país, aseverando que "dará paso a la liberación y reconstrucción" del país. Aunque ha hecho público su apoyo, no ha revelado su implicación directa con este.
Ello ha llevado a que miles de internautas tejan teorías con respecto al plan que aparentemente Prince urde. Además, ha dirigido atención a la bruma de misterio que rodea a Blackwater, el ejército privado fundado por él en la década de los noventa, que llegó a ser uno de los más grandes del mundo, vendido en 2010 tras un escándalo que involucró la muerte de 17 civiles en Bagdad, la capital de Irak.
Blackwater inició a operar en 1997 bajo el liderazgo de Prince y el empresario Al Clark, como una empresa de seguridad privada que brindaba apoyo en capacitación a las fuerzas del orden de Estados Unidos. Un año después, se erigió su primera base de entrenamiento en un terreno pantanoso de 2400 hectáreas, en el estado de Carolina del Norte.
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La institución, poseedora de sus propios campos de tiro que simulaban zonas urbanas, así como un lago artificial, obtuvo su primer contrato con el gobierno de ese país en el 2000, tras el atentado contra el destructor de la marina USS Cole, un atentado suicida perpetrado por una célula de la organización terrorista Al Qaeda que dejó 17 soldados muertos y más de 30 heridos.
Durante la guerra en Irak, desatada en 2003 tras una invasión por parte de Estados Unidos en dicho país con el antecedente del ataque terrorista contra las Torres Gemelas de Nueva York, el cual que dejó cerca de tres millares de muertos, Blackwater fue una de las empresas que brindaron custodia a diplomáticos estadounidenses, instalaciones gubernamentales y entrenamiento a fuerzas armadas.
Según recoge el medio especializado en la recopilación de plazas de trabajo para agentes de seguridad privada, Silent Professionals, “su primer contrato en Irak se cerró en el verano de 2003, cuando aseguraron uno de 21 millones de dólares para un destacamento de seguridad personal y dos helicópteros para el jefe de la ocupación estadounidense en Irak, Paul Bremer”.
En el 2004, su accionar a nivel internacional se extendió hasta Afganistán, Bosnia e Israel, lo cual se tradujo en un ingreso de cientos de millones de dólares. Más allá de llevar a cabo operativos de custodia y entrenamiento en países en conflicto, fueron contratados nuevamente por Estados Unidos para proteger edificios gubernamentales tras el arribo del huracán Katrina, que sembró caos en la costa del Golfo estadounidense y dejó cerca de 1300 muertos.
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El ataque armado que se convirtió en el mayor escándalo para la empresa y truncó su ascenso meteórico ocurrió en septiembre del 2007, en Badgad, Irak. Mientras custodiaban a funcionarios estadounidenses, miembros de Blackwater abrieron fuego contra autos que bloqueaban el paso de sus vehículos y personas alrededor de estos. El hecho violento dejó al menos 17 civiles muertos.
El hecho fue condenado por las autoridades estadounidenses e iraquíes y colocó a Blackwater ante los reflectores en debates llevados a cabo en Norteamérica sobre la implicación de empresas de seguridad privada en conflictos militares. La condena precedió un anuncio por parte de la empresa en el que informaban que se alejarían progresivamente de operativos de seguridad bajo contrato, un cambio de nombre a Xe Services LLC y la decisión de Prince de dejar de ser presidente de la empresa.
“Xe fue comprada por un grupo de inversores que construyeron una nueva empresa, Academi, y luego, en 2014, se fusionaron con otra empresa para formar Constellis Holdings. Todavía hacen negocios como Academi. Hoy en día, el centro de entrenamiento de Carolina del Norte opera como Centro de Entrenamiento de los Estados Unidos, o USTC, y lleva a cabo entrenamiento táctico y con armas para militares, gobiernos y fuerzas del orden”, concluye el medio referido.