La vida de Alberto Fujimori, expresidente de Perú, estuvo marcada por momentos de gran controversia y trascendencia política. Gobernó el país desde 1990 hasta 2000, enfrentando una profunda crisis económica y la amenaza de Sendero Luminoso.
Su fallecimiento, tras una batalla contra un cáncer de boca, ha reavivado el interés por los aspectos menos conocidos de su vida personal, incluyendo su segunda esposa, Satomi Kataoka.
Satomi Kataoka, quien fue la segunda esposa de Alberto Fujimori, es una destacada empresaria japonesa. Este matrimonio, según la propia Kataoka, tuvo un propósito estratégico: evitar la extradición de Fujimori a Perú.
La relación comenzó durante el exilio del expresidente en Japón, donde Fujimori hizo uso de su doble nacionalidad peruano-japonesa.
En noviembre de 2000, frente a crecientes acusaciones de corrupción y violaciones de los derechos humanos, huyó a Japón, donde estuvo cinco años.
Pero en 2007, el exmandatario viajó a Chile con la intención de postularse en las elecciones presidenciales de 2006. Sin embargo, sus planes fueron truncados y regresó a Perú extraditado por autoridades chilenas.
A pesar de la detención, Kataoka mantuvo su apoyo a Fujimori y sorprendió a muchos al anunciar su intención de casarse con él. El matrimonio se concretó el 5 de abril de 2006.
Curiosamente, la boda no fue convencional. El matrimonio se realizó a distancia, con la presentación de los documentos necesarios en el ayuntamiento de Shinagawa, Tokio, por un representante del hotel Princess Garden, propiedad de Kataoka, detalla un reporte del medio Infobae.
En entrevistas posteriores, Satomi Kataoka admitió que su unión con Fujimori fue principalmente una decisión estratégica.
La empresaria reveló al portal International Press que el matrimonio fue pensado para proteger al exmandatario de la extradición a Perú. “Mi relación con Fujimori es más la de un padre y una hija. El matrimonio tuvo lugar para ayudarlo”, afirmó.
Además, Kataoka señaló que la idea de casarse surgió tras recibir consejos de amigos cercanos, quienes le sugerían que un matrimonio facilitaría la solicitud de protección por parte del gobierno japonés, dificultando su extradición.
Además de la lucha frontal contra las guerrillas, el periodo de Fujimori estuvo marcado por la disolución del Congreso en 1992. Entonces, convocó a una asamblea para reformar la Constitución a su medida, lo que le permitió alcanzar la reelección en 1995 y 2000. De ahí derivó su fama de autoritario.
Había sido sentenciado por secuestro, desaparición forzada y homicidio, entre otras violaciones de derechos humanos perpetradas por agentes del Estado en su combate a los grupos de ultraizquierda.