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Capítulo II: El Guagua Yunda y el lobby chino

domingo, 28 marzo 2021 - 12:35
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Depósitos por 25 K, invitación a la posesión del Alcalde, un viaje. La historia del lobby del Guagua Alcalde a favor de intereses chinos en uno de los contratos del Municipio de Quito.
 
El 24 de marzo de 2019, Jorge Yunda ganaba la Alcaldía de Quito con casi el 22% de los votos válidos. Apenas 4 días más tarde, su hijo Sebastián Yunda Yunda le escribía por Whatsapp al empresario a quien identifica en su celular como Dalong
 
 
A mediados de abril, el empresario organizó un viaje, en el que incluyó tanto al hijo, como al hermano del Alcalde (David Yunda), a quien Sebastián identifica como su “socio”. Las fotos de su celular guardan ese registro. 
 
Los chats son uno de los elementos del proceso abierto en contra del alcalde de Quito, Jorge Yunda, y otras personas presuntamente vinculadas en el posible delito de peculado. La compra de 100 mil pruebas Covid-19 por parte del Municipio, a una empresa coreana, dio origen a la investigación por supuestas irregularidades. En un allanamiento el 17 de marzo, ordenado por Fiscalía, se incautaron varios teléfonos celulares. 
 
El IPhone azul del hijo del Alcalde pone en aprietos a toda la familia Yunda, no se diga al titular del Municipio. Contiene indicios de tráfico de influencias, gestión para empresas privadas, uso de recursos públicos para fines particulares. Pinta de cuerpo entero el poder que acumuló el guagua Alcalde en el Municipio de Quito.
 
Sebastián Yunda, que cumplirá 29 años el 10 de mayo entrante; salió del país el día del debate presidencial.
 
 
La relación es fluida, tanto en los negocios, como en lo personal. Sebastián le consulta si le interesa invertir en un restaurant, “con la marca Guayasamín que es simbólica en Ecuador".  A fines de mayo, Sebastián le recuerda que irá a una reunión previamente pactada.  
 
 
El empresario le invita al bautizo de sus hijos, a inicios de junio. Aunque Sebastián no asiste, por encontrarse en Guayaquil, le envía pases para su presentación artística “porque usted es parte de mi carrera”.
 
Para la primera semana de junio, la relación se torna más familiar. La razón es simple: Dalong ya se ha reunido con el otro tío de Sebastián, César Yunda, en espera de cerrar un negocio, como queda registrado en el chat.
 
Dos días después, Sebas le pregunta al empresario:  “¿Para cuándo quiere la reunión de las cámaras”.

Y le envía sus datos bancarios, con número de cuenta y de cédula. 

A los pocos días le ofrece poner “el negocio de las electrolineras” y le asegura que “mi papá me aprueba”. Le insinúa que “ese negocio es bueno para los carros y buses que vamos a poner nosotros”.
 
En un nuevo intercambio, Sebastián le propone al empresario, a quien llama familiarmente Papá:
 
 
En agosto, el empresario le envía la foto de un cheque, y le pide una factura, “porque mi contador está que llama”.
 
Y las reuniones siguen. En septiembre el empresario quiere enviar un proyecto al estilo “China Town”
 
A fines de octubre, dos depósitos que totalizan 20 mil dólares se realizan a la cuenta bancaria a nombre de una mujer. El empresario Dalong le envía las capturas, por 12 mil y por 8 mil dólares, en foto a Sebastián Yunda.
 
EL NEGOCIO DE LAS CÁMARAS 
 
Todo indica que Dalong era un intermediario hacia otra empresa, interesada en el negocio de las cámaras para monitoreo.  Ellos están al tanto de que una empresa de la competencia se reuniría a mediados de junio, en la administración norte del Municipio.
 
“Cuidado, envíale al César, para que no nos quiten el negocio”, se advierte en uno de los chats.
 
“Amigo, gestioné que el Patronato también te compre las cámaras”, se lee en otro chat.
 
Es claro que a la empresa proveedora deben demostrarle que tienen relación directa con el Municipio. “Si no, no nos da exclusividad este fabricante. Entiendes? Es política”.
 
Ellos son conscientes de que las llamadas son rastreables, y en ciertos tramos se envían instrucciones para usar un canal paralelo de comunicaciones, conocido como We chat.
 
Las gestiones continúan en septiembre. Y en octubre, el hermano del alcalde menciona que son 500 cámaras (bodycams), 150 para lo que resta de 2019 y 350 para 2020. 
 
Queda en claro que trabajan para que los TDRs (términos de referencia de los pliegos de contratación) se apeguen a la marca que ellos impulsan. Discuten el valor de la oferta, que supera el millón de dólares.
 
En los chats circulan documentos oficiales del Municipio de Quito, como el oficio Arquitectura de Cámaras de Seguridad. Se congratulan por ganar un concurso, pero se lamentan porque su contacto en la esfera de decisión salió de su cargo. “Ahora nos toca hacer el loving con el nuevo”. Ni siquiera saben como se escribe el verbo que ellos ejecutan a la perfección: lobby para intereses privados.
 
En uno de los chats se lee una petición de fondos, pero la respuesta es contundente:
 
“Transferencias no te puedo hacer porque todo es rastreable”. Se menciona a un intermediario quien “no sabe nada de los extracostos”.
 
En abril, en plena pandemia, Sebastián Yunda pide que le paguen “algo del pago que tenemos”, y recibe la respuesta que pronto llegarán 10 mil en efectivo.
 
(Continuará)
 

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