La vida se nos va
Mario Benedetti decía: “Al fin y al cabo la muerte es solo un síntoma de que hubo vida”. ¿Vida? ¡Qué tal si la transitamos con intensidad!... Cuidado se nos pasa, y de pronto nos damos cuenta de que los años se fueron sin percatarnos.
Escribo estas líneas aún sentida por la muerte de Gustavo Noboa Bejarano, Presidente de Ecuador entre 2000 y 2003. Un caballero, un señor. Lo recordaré en todas sus etapas, pero sobre todo en aquella faceta de formador de juventudes, liderando grupos de estudiantes que se abrían a la vida, buscando respuestas. Su partida, el 16 de febrero de este 2021, se sumó al adiós de otro grande de nuestro país, como lo fue el maestro Enrique Tábara, y la del entrenador olímpico Luis Chocho, quien empezó a moldear la talla de campeón de Jefferson Pérez. Cada uno en lo suyo sobresalieron y dieron ejemplo en este Ecuador nuestro en donde nos sentimos tantas veces abatidos.
Solo que de cada uno depende cómo reaccionar ante estas y otras pérdidas que tienen que ver con acontecimientos que nos involucran aun sin consentimiento. Por ejemplo, ante la duda y la vergüenza en que terminó la llamada fase 0 de la vacunación contra el COVID. De las 80 mil vacunas que debieron llegar en enero, solo un lote de 8 mil arribó al país, aplicándose sin la transparencia prometida. Resultado: indignación general.
Casi en paralelo, el desconcierto por los resultados electorales que pusieron en extrema tensión a los seguidores de los presidenciables Guillermo Lasso y Yaku Pérez, compitiendo para ir a la segunda vuelta con Andrés Arauz. Ninguna declaración oficial logró levantar la duda entre los ciudadanos y la indignación colectiva parece una lluvia persistente en que permanecemos mojados.
Pero insisto, tenemos la opción de guarecernos. De ponernos a buen recaudo. De no permitir que la rabia , la pena o la amargura hallen cabida en nosotros. La salida solo está a un toque de la reflexión introspectiva: pensar correctamente, lo cual implica aligerar la carga que hemos puesto sobre los hombros, con pesos que no nos corresponden. Esto es sentarnos a solas un momento y repensar las cosas, decidiendo limpiar nuestra mente, la gran motivadora para avanzar o retroceder.
Solo así pondremos un pie afuera de la enorme grieta de la rabia, en la que hemos caído, cuyo más claro ejemplo está en los contenidos de las redes sociales. Si marcamos distancia y nos llenamos de pensamientos positivos, seremos un imán para el optimismo y empezaremos a confiar en que todo estará bien, todo se reacomodará, incluso de maneras inimaginables. Si no despertamos a esta realidad, corremos el riesgo de que se nos pase la vida.
Al presidente Gustavo Noboa la vida no se le pasó. Imposible cuantificar y valorar su legado. Al maestro Tábara la parca prácticamente lo sorprendió creando, después de haber alcanzado la plenitud en la plástica. El entrenador olímpico Luis Chocho partió tras una enorme cosecha de triunfos y habiendo transmitido sus conocimientos a una nueva generación de entrenadores. ¿Vivieron a plenitud? No lo dudo. Honraremos su memoria decidiendo que no se nos pase la vida.