Hay más cosas para María Fernanda Heredia
Encontrarse con María Fernanda Heredia para tomar un café y escuchar sus anécdotas es uno de esos placeres de la vida que se atesoran en la memoria y en el corazón. Ella tan generosa, como siempre, me regaló un momento de su día en Guayaquil para esta entrevista en la que reí, lloré, nos abrazamos y me sentí nuevamente esa adolescente que leyó por primera vez “Amigo se escribe con H” y se volvió su fan.
Imaginen mi felicidad cuando años después de graduarme de periodista, Revista Hogar, el medio en el que ella era columnista, me recibió con los brazos abiertos. Ingenuamente creí que la vería seguido, pero en ese tiempo María Fernanda vivía en Lima, Perú y enviaba su columna por correo, mi gran fortuna radicaba en poder leerla antes que saliese publicada.
Para cuando la conocí en persona ya había escuchado más de una de sus anécdotas, las chicas de la redacción la querían y yo por supuesto lo hice al instante en que me abrazó. Ahora me doy cuenta que es de ese tipo de “personas vitamina” y creo que así también lo sintieron las docenas de personas que llenaron Mr. Books del Mall del Sol para escuchar la lectura de sus tres de sus nuevos cuentos.
En la entrevista ella nos supo contar de sobre sus últimos proyectos, sus afectos, su mudanza y un poco más de lo que se viene.
Estás de visita en tu país, cuéntanos sobre los motivos
Estoy en Ecuador porque siempre tengo un ataque de nostalgia, que son varios desde que estoy fuera del país, y en cuanto encuentro la oportunidad vengo a encontrarme con mi familia, con mis amigos, pero además en esta ocasión había una razón especial y es que hace unos meses la Fundación del Hospital de Los Valles me invitó a participar de un proyecto, en beneficio de muchos niños y niñas que necesitan de tratamientos médicos y cirugías, pero sus familias no tienen recursos económicos.
Entonces la fundación me propuso escribir tres cuentos infantiles que permitan a través de su venta recaudar estos fondos y he venido a Guayaquil a presentar esos cuentos, ya hicimos un par de presentaciones en Quito que salieron muy bonitas. Son tres historias que se llaman “Mejórate pronto, Dindín”, “¿De qué tamaño es la felicidad?” y “Hay más cosas...”, y están pensados para la familia, para leerles a los niños, pero también para regalar a quienes queramos hacer felices, sobre todo el mejórate pronto siempre será un bonito detalle para llegar con un libro de estos a alguien para decirle espero que pronto te recuperes y estés bien.
Y hablando de esto... Tu familia pasó una difícil situación de salud, tengo entendido una de tus hermanas luchó contra el cáncer
Sí, mi hermana mayor durante pandemia, tuvo un diagnóstico de un cáncer, y claro como toda familia a la que le llega esta noticia fue duro, fue difícil, fue doloroso y en algún momento el miedo nos agarró del cuello, pero somos una familia de mucha fe y nos volcamos en esa fe y aquí estamos hoy celebrando que mi hermana está bien, está sana, que estamos juntos y estamos inmensamente agradecidos con Dios y con la vida.
Estamos cada vez más convencidos de que la vida está llena de sorpresas y de milagros hermosos. Y me encantas además que me hagas esta pregunta porque me hace hablar de mis afectos más importantes, mis hermanas, somos cuatro y ellas son como un motor para mí en la vida, un motor de amor y de alegría, que también es motivo para que yo haya escrito alguno de mis libros más queridos.
Esa unión que tienen, las llevo a raparse todas ¿verdad?
Sí, lo hicimos. Cuando mi hermana inició su tratamiento de quimioterapia y comenzó a perder el pelo le llamo a mi hermana menor Dani, que sabe de peluquería, y le dijo ya ven y córtame el pelo, más bien rápame porque esto está feo. Entonces Dani nos llamó y nos dijo voy a ir esta tarde a cortarle el pelo a Paty, ¿qué tal si nosotras le acompañamos en esto? E ipso facto dijimos ya. Yo estaba en Lima en ese momento y cada una en su casa se rapó, no nos quedó ni un milímetro de pelo y esa tarde cuando Dani fue, llegó con un gorro y le dijo a Paty: ‘bueno vine para cortarte el pelo como me habías pedido, pero te tengo una sorpresa, tú no estás sola y nunca estarás sola, te acompañamos’.
En ese momento llegó mi otra hermana, me conecté yo, y ya estábamos peladas, nos rapamos las tres antes que ella y le agarró una lloradera, pero además la carcajada de vernos... yo creo que ahí comenzó la curación, mi hermana lo que dijo fue: ‘nunca me sentí tan amada’. Y le dijimos estamos juntas en todo y ya está, así que nos comenzamos a reír muchísimo, mi papá que es un amoroso junto a mi mamá nos dijeron que nos quedaba preciosa la cabeza pelada, yo creo que nos estaban mintiendo, pero nos emocionamos muchos.
Vimos el proceso de cómo nos iba creciendo el pelo, fue una experiencia de vida muy linda, aunque no hay ningún mérito cuando haces las cosas por el amor grandísimo que le tienes a la otra persona, no hay mérito, el amor es la razón y ya. Lo volvería hacer un millón de veces y estoy segura de que cualquier persona por amor daría estos pasos, nos sentimos acompañadas, amadas y mi hermana está bien, eso es lo más importante.
Actualmente estás viviendo en Madrid ¿Cómo fue esa mudanza? ¿Cuánto tiempo viviste en Lima?
Fueron 11 años en Lima, los 11 años más felices de vida. Yo había ido a Perú un par de veces, pero yo nunca pensé salir de Ecuador, yo no me imaginé viviendo fuera de Ecuador, de hecho muy poco tiempo antes de emprender mi viaje a Lima me había por fin comprado mi departamento, así que dije ‘ya tengo mi departamento en Quito, aquí me haré vieja, aquí moriré’ y luego la vida me sorprende y antes de cumplir un año viviendo en ese departamento, me mude a vivir con Javier (su esposo) en Perú, y fueron años muy felices, donde conocí Perú, mis libros fueron recibidos con el mismo cariño con el que fui recibida yo y fue muy bonito porque me sentía muy cerca de Ecuador, cuando ya extrañaba mucho a mi familia decía me voy a Quito. Pero ya luego de este tiempo mi esposo se jubiló, él es español, y decidió volver a España y por supuesto yo me sumé a eso.
La mudanza es un horror, mudarse es horrible, yo no quiero mudarme nunca más, abro un cajón y salen 700 mil cosas que no sabía que tenía guardada, pero también es un proceso muy interesante, ver que es lo que llevas contigo en la vida, ver todo lo que cargas y lo que ya no quieres seguir cargando, de todo lo que te vas a despojar, fue un proceso súper chévere salir y decir, ahora a los casi 50 años, con qué voy a continuar mi vida. Y me encanta decir que cada vez me voy reduciendo más, que cada vez necesito menos cosa, pero necesito más afectos, necesito las cosas que verdaderamente tienen valor. Puedo vivir con menos zapatos, con menos bolsos, pero no puedo vivir si afectos.
¿Vienes a Ecuador seguido?
Mantenemos el departamento en Quito porque pasamos varios meses aquí en el Ecuador y luego en el resto de meses en el departamento en Madrid. Medio año aquí, medio año allá. Mi esposo vivió tantos años en Ecuador que le encanta y para él volver siempre es una alegría, es montañero, le encanta la naturaleza y el país le ofrece todo eso en un espacio fácil de recorrer, es un enamorado del Ecuador, por eso decidimos vivir así, ya que mi familia está aquí.
¿Y cómo es vivir en Madrid?
Es una ciudad hermosa, me encanta la experiencia de vivir cuatro estaciones, el verano intenso o el frío del invierno, pero me gusta sobre todo estar en una ciudad que tiene permanentemente los brazos abiertos y recibe a gente de todo el mundo, es una ciudad viva, activa, con una oferta cultural maravillosa, y mi trabajo además me permite vivir en cualquier parte y esa es una bendición, ya he comenzado a publicar algo en España, cosa que también me alegra y me entusiasma a futuro y me gusta estar con Javier y su familia.
Él dejó a su familia para venirse a América y ahora retomar esos lazos que se vieron truncados por esta aventura de trabajar por América, me encanta, ya siento mía a su familia y siento que se me han duplicado la familia, los amigos, las posibilidades y las ganas de hacer cosas.
¿En qué estás trabajando allá, cómo han recibido tus libros?
En España tengo publicados cinco o seis libros y eso para mí ya es maravilloso y me siento feliz y agradecida, acabo de publicar uno con mi editorial Edelvives, un libro infantil, y tengo la expectativa de seguir publicando porque poco a poco voy conociendo a más editores y gente que trabaja en este medio.
Los libros han sido muy bien recibidos y es que aunque tenemos muchas cosas en común también son culturas distintas y es posible que nuestra visión sobre la familia y la vida urbana, un niño o un adolescente la sienta diferente allí, respecto a un niño aquí en el Ecuador o en Latinoamérica, pero creo que incluso en esas diferencias nos enriquecemos y me gusta mucho contar quienes somos de este lado del mundo, tanto a niños que nunca han estado acá, como a muchísimos hijos de migrantes latinoamericanos que están viviendo en España, para mí es una oportunidad hermosa. Estoy muy contenta con lo que me puede ofrecer España en mi trabajo como escritora.
Entonces tus personajes siguen siendo ecuatorianos
En mis libros nunca he querido que se identifique que esta historia está ocurriendo en Quito, en Guayaquil, en Latacunga o en Guaranda, siempre he querido que el lector de mis libros pueda sentir que ese barrio que yo describo pueda ser el suyo, aunque ese niño esté en Buenos Aires, Bogotá, Lima, Barranquilla o ciudad de México.
No soy una escritora de temas súper locales, porque como lectora me encanta que los libros me hagan sentir que soy parte de ese universo, no soy solo una espectadora, me gusta entender los códigos, reír, entender el sentido del humor y ese tipo emociones que van hacia el otro lado. Quiero contar de un barrio que se puede parecer a cualquier barrio que puede ser aquí, en Madrid o cualquier parte.
Sí me esmero en trabajar las emociones de mis personajes que son al final las que terminan conectándose más allá de la geografía. Cuando creo un personaje y lo pongo en determinada circunstancia intento que las emociones sean profundamente humanas y que cualquier lector de cualquier lugar se sienta identificado por eso. Escribo como hablo, escribo como soy, pero intento trabajar mucho esas emociones que conecten.
Una despedida que no es un adiós
Para quienes se lo preguntaban, ella escribió su columna “Malabares cotidianos” en revista Hogar por 12 años y en febrero del 2021, nuestros lectores se encontraron con su despedida, ella habló de una pausa para recargarse, ese proceso creativo que necesitan todos los autores, lo que si nos dijo en este encuentro es que no descarta volver a escribir para adultos, porque reconoce como la recopilación de sus textos en “Dejen que las palabras vuelen” fue un regalo preciado para su familia, y es que se convirtió en el libro que hizo que una de sus hermanas volviese a reír, tras una época muy difícil.
La abrace para despedirme y le pedí un autógrafo, prefiero guardar el pequeño mensaje que me dejó para mí en uno de los cuentos que compré. Al igual que ella agradece y describe el amor como la belleza de lo cotidiano, yo la reconozco en esas palabras que llenan de emoción el corazón.
¡Gracias María Fernanda! Hasta el próximo abrazo.
Lo que es para María Fernanda Heredia
Arjona es: El horror (risas) Sabes que me preguntan mucho esto en las escuelas ‘¿por qué no te gusta Arjona?’ y yo digo a mi me gusta Arjona alguna vez, después no sé qué le pasó en sus letras, me parece que era un tipo súper talentoso y luego le salieron unas letras horrorosas, espantosas y no se lo perdono. Yo cuando me enojo con un creador, me ha pasado con algunos escritores, digo ‘no puede ser, tenías un talento por qué te fuiste por ese lado en que traicionas a tu talento y entonces lo tacho con una cruz y digo Arjona no’.
Tu cantante favorito es: Eso es muy difícil, a mí me gustan mucho las voces femeninas, acaba de fallecer una de mis cantantes favoritas Gal Costa, a mí me gusta mucho la música brasileña, me gusta el Bosa Nova y Gal fue para mí, al igual que lo es María Betania voces , que me seducen, que me atrapan, pero también mis años en Perú me llevaron a valorar el vals peruano y me encanta la voz poderosísima de Eva Ayllón, y por supuesto me gusta escuchar las grabaciones de Chabuca Granda. No tengo una cantante o un cantante que me guste más que otro, pero las voces femeninas me hablan más.
Tu libro favorito es: No tengo un libro favorito, tengo varios, pero lo que si tengo es un autor que es mi favorito Stefan Sweig, desde hace unos 30 años que lo leí por primera vez y es que de casualidad llegó a mis manos un libros suyo “24 horas en la vida de una mujer”, yo no sabía nada de él y llegó este libro a mí cuando estaba muy jovencita, luego fue muy duro encontrar obras suyas, no llegaban a Ecuador, no se volvieron a publicar, pero hace 15 años atrás editorial Acantilado volvió a sacar todas sus obras, y él es mi escritor de cabecera. Mi lugar favorito en mi biblioteca es el suyo, tengo sus novelas, sus cuentos, sus relatos, su biografía, sus ensayos... me encanta y hay un libro suyo al que vuelvo siempre, por la capacidad que tiene para emocionar, se trata de una novela que se llama “La impaciencia del corazón”. El día del libro en la primera persona que pienso en Stefan Zweig.
EL libro favorito escrito por ti es: Tengo más de 50 libros publicados entre cuentos cortos, novelas cortas y novelas para adolescentes y entre todos esos yo lo tengo clarísimo mí libro favorito se llama “Por si no te lo he dicho”, es el libro que escribí para mis hermanas. Muchas veces he pensado que soy escritora para ese libro, tenía que recorrer mi camino de escritora para llegar a ese libro, es la respuesta a muchas cosas de mi vida, es mi razón de amor y de gratitud más grande, este libro se publicó hace 20 años y se dejó de publicar aquí en Ecuador hace unos 10, pero he recuperado los derechos y lo voy a volver a publicar yo misma dentro de un par de meses, porque es mi libro más amado. Este es el libro que yo salvaría de un incendio, es el libro que me dice quién soy, de dónde vengo, en qué creo, a dónde voy y qué valores me mueven. Este libro que no tiene más de 15 frases este es el que me representa.
El amor para ti es o quienes son: Es una pregunta dificilísima y hermosa el amor creo que es cada constatación cotidiana de la presencia de Dios en la vida. Yo considero que cada encuentro en mi vida es un regalo de Dios, soy una persona de mucha fe y cada vez que pienso me digo: Nueve mil millones de habitantes en este planeta que fortuna que me encontré con Javier, mi marido, que es un ser humano excepcional, quien me hace muy feliz, me hace reír un montón, nos lo pasamos bomba. Nueve mil millones de habitantes y he tenido la fortuna de coincidir con estas cuatro o cinco amigas entrañables... eso es el amor, ser capaz de ver en la cotidianidad la trascendencia, lo grande, lo enorme, la verdadera razón de estar aquí. Yo me despierto todos los días y lo primero que pronuncio es gracias, sé que puedo estar sonando muy cursi, pero es la verdad. Agradezco la suerte, que suerte que si agarro el teléfono y marco un número me contestará mi mamá y voy a poder oír su voz, que suerte que tomo el auto y me voy a encontrar con mi hermana, que suerte que tengo niñas y niños que leen mis libros y me dicen ‘María Fernanda me morí de la risa con tu libro’ que suerte, todo eso es el amor. Yo intento ser una persona muy consciente, no doy por gratuito todo eso, no digo me lo merezco, quizás no me lo merezco, está ahí y digo gracias, me siento muy afortunada. Es muy fácil caer en todo lo que podríamos ser y no somos, todo lo que podríamos tener y no tenemos