¿Cómo prevenir el moquillo en las mascotas?

Mascotas

Esta enfermedad mortal pero prevenible puede generar fiebre, náuseas, diarrea y hasta dificultad para mantener el equilibrio del perrito.

El moquillo, también llamado “distemper canino”, es una enfermedad que normalmente afecta a perros jóvenes durante los primeros meses de edad, aunque algunos también pueden padecerlo cuando son adultos. Se trata de una afección con un nivel de contagio muy alto que puede afectar el aparato respiratorio, el sistema digestivo y hasta los nervios del animalito. Según los estudios veterinarios y científicos, se trata de una enfermedad grave y de pronóstico muy reservado, dado que muchos de los animales afectados pueden morir como consecuencia de los signos clínicos que ocasiona el virus, los cuales se pueden presentar todos juntos o por separado.

PRIMEROS SÍNTOMAS DE ALERTA

La Unidad de Cuidado Animal (UCA) del Instituto de Protección y Bienestar Animal, de Madrid, precisa que esta enfermedad puede contagiarse a otros perros o animales silvestres a través de la orina, las heces, las secreciones nasales o las gotas de saliva expulsadas por ladridos o estornudos. Algunos de los síntomas que experimentan los animales contagiados con este virus son, entre otros: fiebre y diarrea, que no responden a los tratamientos médicos y también pueden presentar tos previa a una posible neumonía.

De igual forma, se pueden presentar secreciones nasales (mocos), oculares (lagañas), decaimiento, pérdida de equilibrio, deficiencia muscular y movimientos involuntarios (tics nerviosos). Adicionalmente, algunos animales pueden generar procesos o crisis convulsivas, las cuales se manifiestan a través de pequeños temblores o pueden experimentar cambios en el estado mental y dificultad para coordinar las extremidades.

Signos respiratorios: la nariz puede secarse y presentar secreciones (las cuales pueden ser purulentas), además puede existir tos y dificultad para respirar

Signos oculares: infecciones oculares y lagañas. Acá hay un signo muy propio de la enfermedad, el cual se llama ojo azul, este es producto de un edema en la córnea.

Signos digestivos: vómitos y diarrea, que deshidratan progresivamente al enfermo, además la dentadura puede verse anormalmente deteriorada.

Signos nerviosos: caída de la parte posterior del cuerpo, convulsiones, incoordinación al moverse, movimientos espásmicos, etc.

Signos cutáneos: las almohadillas de los miembros se engruesan y la piel puede presentar infecciones, enrojecimientos o pérdida de pelo.

Malestares generales: fiebre, decaimiento, inapetencia y por ende pérdida de peso.

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Los cachorros son especialmente vulnerables al virus del distemper, principalmente por su inmaduro sistema inmune, pero la enfermedad puede atacar a perros de cualquier edad. Asimismo, se ha visto que perros de criaderos o que vivían hacinados con otros individuos, serían más susceptibles a infectarse.

Lamentablemente no hay cura para esta terrible enfermedad, los animales enfermos reciben tratamientos paliativos que ayudan a sobrellevar los signos. Para ello se busca en primer lugar, hidratar al paciente y practicar una serie de manejos cruciales que permitan la mejoría de este, como la alimentación mediante sonda nasogástrica y la administración de antibióticos para prevenir infecciones secundarias y medicamentos para combatir las diarreas y los vómitos.

La mejor forma de prevenir el distemper es mediante la vacunación temprana del cachorro, administrando todas las dosis necesarias para lograr la inmunización óptima. Para cumplir con este objetivo se debería:

Vacunar a partir del primer mes de vida con Puppy DP: vacuna que tiene eficacia en prevenir las enfermedades de Parvovirus (Revisa aquí “Parvovirosis Canina”) y Distemper.

Vacunar a partir del segundo mes de vida con Séxtuple u Óctuple: vacunas que previenen Parvovirus, Distemper, Hepatitis infecciosa, Adenovirus tipo 2, Parainfluenza y Leptospirosis y Coronavirus en caso de Óctuple.

De acuerdo al portal veterinario, Experto Animal de Chile, se indica que las molestias pueden empezar con una fiebre transitoria y que el perro deje de comer, al tiempo que se produce la leucopenia, que es una baja producción de glóbulos blancos en la sangre. “Tras este período de fiebre, el perro se mostrará sano, hasta que aparezca una segunda fase de fiebre, en este caso acompañada de una secreción nasal serosa, acuosa o con pus. También se podrá observar secreción ocular y que el animalito se muestra especialmente aletargado, sin ganas de hacer nada”, precisa la Dra. Sandra Valles, de Experto Animal, y continúa, “Luego aparecen los signos gastrointestinales, como vómitos y diarrea, así como los respiratorios, que incluyen dificultad para respirar o tos, provocados por infecciones bacterianas secundarias. También puede producir dermatitis pustulosa, es decir, una lesión roja en la piel”.

“Aquellos individuos que sobreviven también manifiestan hiperqueratosis en las almohadillas y la trufa, es decir, daños graves en estas partes del cuerpo, así como hipoplasia del esmalte de los dientes. Más adelante aparecerán los signos neurológicos, que incluyen contracciones musculares involuntarias, salivación, movimientos de la mandíbula, inclinación de la cabeza o parálisis”, precisa la médica veterinaria.

LA VACUNACIÓN, LO MÁS IMPORTANTE

Para la médico veterinaria, Estefanía Rada, directora del Instituto de Protección Animal de México, indicó que para evitar que las mascotas se expongan a esta enfermedad lo más importante es la prevención y para ello lo más efectivo es la vacunación, pues no hay otra manera de evitar que las mascotas puedan contagiarse cuando se desarrollan estos viruses. “Los cachorros se deben vacunar en la primera semana de vida y, posteriormente, adelantar un refuerzo anual sin excepción. También debemos rodear a los perros de amor, cuidado, buena alimentación y aseo. Esas son condiciones importantes para la protección que genera la vacuna y que se puedan formar y circular de forma permanente los anticuerpos en la sangre”, precisó.

Un animalito enfermo puede infectar una zona durante horas, produciéndose así el contagio entre otros canes o felinos. Así mismo, un ejemplar que ya ha superado la enfermedad también puede transmitirse hasta cuatro meses después de haberse recuperado.

¿CÓMO SE DIAGNOSTICA LA ENFERMEDAD?

Trágicamente, los síntomas más característicos de esta enfermedad no se presentan hasta que la misma está avanzada y, además, algunas de las señales pueden confundirse con algunas otras afecciones, por lo que es importante acudir lo más pronto posible a su veterinario de confianza para que realice pruebas y pueda efectuar un diagnóstico para seguir el tratamiento indicado. El diagnóstico se efectúa mediante la detección de material genético del virus en la sangre utilizando la PCR como método diagnóstico.

Finalmente, cabe destacar, como se mencionó en un inicio, que el virus del Distemper ataca a caninos y otros animales silvestres, por este motivo es de suma importancia respetar la fauna silvestre y su hábitat, teniendo la precaución de no exponer a estos animales silvestres al contagio de enfermedades a través de nuestros amigos domésticos.

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