Hombre salva la vida de 2,4 millones de bebés al donar sangre durante seis décadas
“Cada bolsa de sangre es valiosa, pero la sangre de James es particularmente extraordinaria.”, indicó Jemma Falkenmire, del Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana.
James Harrison, conocido como El Hombre del Brazo de Oro, se ha convertido en una leyenda en el ámbito de la salud al salvar la vida de más de 2 millones de bebés a lo largo de seis décadas. Su extraordinario legado comenzó en 1951, cuando, a la temprana edad de 14 años, tuvo que someterse a una cirugía para extraerle un pulmón. La intervención resultó en una pérdida significativa de sangre, y Harrison recibió alrededor de 13 litros de sangre de varios donantes anónimos, quienes le salvaron la vida.
Movido por el desinterés de aquellos que le ayudaron, Harrison decidió devolver el favor a la humanidad convirtiéndose en donante de sangre. Su compromiso excepcional lo llevó a realizar más de 1,100 donaciones durante seis décadas. Lo que desconocía en aquel entonces era que su sangre contenía un anticuerpo especial capaz de combatir la enfermedad de Rhesus, un riesgo potencialmente mortal para los bebés cuando las madres tienen sangre RH negativo y los bebés RH positivo.
Harrison centró sus donaciones en el plasma sanguíneo, una sustancia vital que representa el 55% de la sangre. Aunque carece de glóbulos rojos, blancos y plaquetas, el plasma contiene sales minerales y proteínas óptimas para el funcionamiento del cuerpo, según el Centro Médico ABC. Su sangre no solo se utiliza para transfusiones, sino también para producir un medicamento crucial que se administra a madres en riesgo de atacar a sus propios bebés.
“Cada bolsa de sangre es valiosa, pero la sangre de James es particularmente extraordinaria.”, indicó Jemma Falkenmire, del Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana, para CNN.
Aunque los médicos no han logrado descifrar por qué el ADN de Harrison posee estas propiedades únicas, sugieren que podría deberse a las transfusiones que recibió en su juventud. A pesar de ser una de las 50 personas en Australia con estos anticuerpos, en mayo de 2018, por prescripción médica, tuvo que cesar sus donaciones para preservar su salud. Su altruismo fue reconocido en 1999 con la Medalla de la Orden de Australia, un merecido tributo a décadas de servicio ejemplar a la humanidad.