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CEIBITOS
Por: Manuel Avilés
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A Los Ceibitos se llega de dos maneras, una por la Ruta de la Spondylus y la segunda es atravesando la cordillera Chongón Colonche.
(Ronald G. Dávila)
Sus habitantes tienen como tradición el rito prehispánico de poner la “mesa de los muertos”, un banquete para las almas.
(Ronald G. Dávila)
Esta comunidad de gente alegre y trabajadora está escondida entre enormes bosques de ciebos y la increíble cordillera Chongón-Colonche.
(Crédito: Manuel Avilés)
Es un lugar ideal para ver estrellas y la vía láctea.
(Crédito: Manuel Avilés)
Monolito pre-colombino que reposa en el museo del pueblo.
(Crédito: Ronald G. Dávila)
Las primeras culturas indígenas de la costa utilizaban estos monolitos para marcar sus tumbas.
(Crédito: Ronald G. Dávila)
Una de las principales actividades es la recolección de la lana de ceibo.
(Crédito: Manuel Avilés)
Para conseguir la lana, los recolectores utilizan un arnés y cuerdas que les permitan trepar hasta la copa de los ceibos.
(Crédito: Manuel Avilés)
El paraje y el clima templado son ideales para largas caminatas en el bosque.
(Crédito: Manuel Avilés)
Un atardecer de ensueño en Los Ceibitos.
(Crédito: Ronald G. Dávila)
Doña Florita aún prepara sus alimentos en este antiguo fogón de barro con leña.
(Crédito: Manuel Avilés)
Los habitantes de Los Ceibitos también sobreviven del carbón de Algarrobo.
(Crédito: Manuel Avilés)
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