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Seguir con la obra pública y cambiar el estilo de Correa, el reto de Moreno

martes, 23 mayo 2017 - 09:36
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El presidente electo de Ecuador, Lenín Moreno, afronta un doble reto de cara al inicio de su mandato: sostener los avances sociales y la obra pública legada por su antecesor y, al mismo tiempo, cambiar la impronta confrontativa de Rafael Correa, quien mañana le entregará el poder tras una década.
 
Moreno, en línea con ese cambio de estilo, ha prometido dialogar con la oposición, aunque ha remarcado también que su Administración profundizará la "Revolución Ciudadana", como se denomina la estrategia de Gobierno aplicada por Correa desde 2007.
 
La oposición, por su parte, algo más cómoda en el tablero político después de pisarle los talones al oficialismo en la segunda vuelta de comicios del pasado 2 de abril, se olvidó de los reveses que encajó durante el periodo de Correa, y reclama ahora un mayor espacio en el debate oficial.
 
Moreno con el 51,1 por ciento de los votos venció en dicha ronda al opositor Guillermo Lasso, que alcanzó el 48,8 por ciento.
 
Así, la tradicional consigna del "Fuera Correa, fuera", que la oposición enarboló estos últimos años, parece dar paso ahora a una serie de iniciativas en diversos aspectos para presentarle al nuevo gobernante.
 
Sobre todo, la oposición ha elaborado propuestas en política económica que básicamente se contraponen con el modelo aplicado por Correa en sus diez años de Gobierno.
 
Reducir el gasto público, impulsar la iniciativa privada, flexibilizar la política laboral y retomar las negociaciones sobre acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y otros socios comerciales importantes forman parte del recetario de la oposición, especialmente de los grupos empresariales.
 
Patricio Alarcón, presidente de la Cámara de Comercio de Quito, pidió recientemente al nuevo gobernante un manejo diferente al de Correa en la última década y, sobre todo, decisiones pragmáticas para encarar la crisis que, según dijo, ha afectado al país.
 
"Se ha perdido competitividad en las empresas y hay mucho por hacer en cuanto a resolver problemas", consideró Alarcón.
 
Moreno ya ha ofrecido escuchar las propuestas de todos los sectores, aunque ha remarcado que se mantendrá en la senda trazada por Correa, lo que se presume que implique un sostenimiento del gasto en obra pública y en subsidios a la población, mejoras en la recaudación tributaria y un cambio de la matriz productiva.
 
Y es que el nuevo mandatario ha asumido el reto de mejorar las políticas públicas como la construcción de carreteras, centros educativos, hospitales, obras de infraestructuras productivas, así como favorecer a los más pobres con incentivos estatales.
 
También ha prometido mantener la dolarización -adoptada en el año 2000-, y ha pedido a los sectores empresariales y bancarios contribuir en el desarrollo del país.
 
El sistema financiero privado debería profundizar en "la asignación eficaz de los recursos entre ahorradores y demandantes de crédito" y, así, incorporarse "activamente en las estrategias de desarrollo productivo y económico", remarcó Moreno en una reciente reunión con representantes de la banca.
 
En esa línea de diálogo con todos, el nuevo mandatario incluso ha aceptado la posibilidad de revisar algunas normativas que crispan a la oposición, como la controvertida Ley de Comunicación.
 
De talante flexible, amigable y tolerante, Moreno dista mucho del carácter irascible e intransigente de su antecesor, aunque algunos analistas consideran que, quizá, ello podría ser un obstáculo para el gobernante electo a la hora de frenar eventuales arremetidas opositoras, como las que solía encarar Correa.
 
Tras diez años de "correísmo", la llegada al poder de Moreno ha llevado a los analistas a plantearse la pregunta de si hay espacio para un cambio profundo, y si podrá dar vuelco, aunque sea formalmente, al "aroma correísta".
 
En ese sentido, la población se pregunta, por ejemplo, qué pasará con las polémicas "sabatinas" o "enlaces" (informes de los sábados a la población), que, salvo en contadas excepciones, Correa condujo en persona durante toda su administración.
 
El programa sabatino ha sido defendido por el oficialismo como un espacio democrático en el que el gobernante tiene la posibilidad de "rendir cuentas ante sus mandantes".
 
No obstante, la oposición lo suele denominar la "insultadera de los sábados", por los continuos ataques del aún presidente a sus mas acérrimos críticos.
 
Ahora, como signo de cambio, la oposición exige a Moreno la cancelación del emblemático espacio televisado y radiado que marcó toda la era y personalidad de Correa.

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