<img src="https://certify.alexametrics.com/atrk.gif?account=fxUuj1aEsk00aa" style="display:none" height="1" width="1" alt="">

Especial 10 años: ¿Fue una década gastada?

lunes, 23 enero 2017 - 04:41
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

En enero de 2007 Rafael Correa asumió el poder. Dos meses antes, la publicación Análisis Semanal estimaba que la economía avanzaba a velocidad de crucero y no había nubes en el horizonte. En 2006 el Producto Interno Bruto (PIB) del Ecuador había crecido en un 4,4%. 
 
El gobierno de Correa tiene tres etapas claramente marcadas. Una primera que empezó cuando no juró sobre la Constitución al asumir el cargo en 2007; una segunda que se inició con la puesta en vigencia de la nueva Constitución y se consolidó con el resultado electoral de 2009 y; una tercera a partir de 2013 cuando el Movimiento PAIS consiguió una mayoría parlamentaria inédita que le permitió aprobar cuanta ley envió el Ejecutivo, con poca iniciativa propia. Así, amparados en marcos legales, a veces calificados de urgentes, pasamos de un país donde gracias a la dolarización se manejaba conservadoramente la economía, a un entorno donde la reducción de ingresos fiscales ha sido reemplazada por endeudamiento agresivo. 
 
En materia económica una de las primeras acciones fue reformular los conceptos en que se basaba el Presupuesto del Estado. Los gastos se dividieron en dos grandes rubros: gasto corriente y gasto de inversión.
 
El primero debía estar respaldado por ingresos permanentes, sobre todo los impuestos que recauda el Servicio de Rentas Internas, mientras que el segundo se apalancaba  con los ingresos no permanentes como las exportaciones de petróleo. Pero la inversión ha sido tan alta que incluso en años buenos como 2014, en que el petróleo superó los 100 dólares por barril, tuvimos déficits fiscales que fueron cubiertos con endeudamiento. 
 
 
Y al final de la década, cuando llevamos un par de años en que los ingresos petroleros se diluyen entre los altos costos de producción y las preventas, se sigue gastando en faraónicos edificios públicos y en generadoras de un excedente de energía eléctrica que no podemos aún monetizar. ¿De dónde ha salido la plata para seguir invirtiendo? De preventas petroleras a China y Tailandia; de anticipos por el alquiler de campos petroleros que se consideraban “joyas” de Petroecuador; de la reducción de los aportes estatales a la seguridad social; de préstamos a China, al BID, al FMI, al IESS y al mismo Banco Central; de impuestos aprobados por el Legislativo y, próximamente de la concesión o venta de bienes o empresas estatales.
 
 
El déficit que en 2016 los entendidos lo situaron en unos $ 6 mil millones, casi iguala a “la cuota anual de la tarjeta de crédito”. Es decir, a una mezcla de capital más los intereses de la deuda. 
 
Si los ingresos por venta de petróleo son ya casi inexistentes, la única fuente para pagar las deudas sin apagar la música, será exprimir y exprimir nuestros bolsillos. No hay de dónde más. 

Más leídas
 
Lo más reciente