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"No he querido ser parte de algo que se parece a la cleptocracia"

viernes, 6 enero 2017 - 12:36
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En Achupallas, una parroquia rural de Chimborazo, nació Washington Pesántez. Estudió en Quito, en el colegio Montalvo, y su primer trabajo fue en el campo, en una escuela unidocente. Después obtendría su título de Licenciado en Ciencias de la Educación, uno de los 6 diplomas académicos que constan en su hoja de vida. Se podría decir que tiene dos pasiones: las aulas y las leyes. Obtuvo su título de Doctor en Jurisprudencia en la Universidad Católica del Ecuador y por más de 25 años ha ejercido la cátedra en pregrado y posgrado. Pesántez es enfático al señalar “yo le he servido al país por 38 años, yo no he ido a pasantías en el campo, ni he venido a balbucear el quichua”.
 
Hoy es el líder del Movimiento Unión Ecuatoriana, listas 19 y es candidato a la Presidencia de la República. Pesántez no aparece en las encuestas; sin embargo, sostiene que tiene el carácter para suceder en el poder a su excompañero. Y es que con Rafael Correa coincidieron en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Claro, el Presidente entonces estudiaba una maestría de Artes en Economía y él una en Criminología y Ciencias Penales. 
 
¿En qué momento decidió que la Presidencia de la República era uno de sus objetivos a cumplir? 
Nosotros formamos una organización política y la presentamos al país en febrero de 2012, es decir hace cuatro años y medio exactamente. Lo hicimos públicamente en el cantón Quero, ante la presencia de cientos de personas básicamente campesinos, gente del sector rural, pero también estudiantes, profesionales. No nos sentíamos representados y le dijimos al país que este gobierno ha tomado un giro inesperado, que había que rectificar y que para eso estaba Unión Ecuatoriana, para ocupar ese vacío entre la derecha de los partidos tradicionales y este modelo autodenominado de izquierda o neosocialista: una organización de centro que tome como opción lo que nosotros llamamos la tercera vía. La tercera vía encaja con precisión en el contexto político; es decir, entre un gobierno monopólico en el servicio del poder y una oposición sin propuestas. 
 
Cuando usted habla de un giro inesperado en el gobierno, ¿a qué se refiere? 
Yo creo que muchos ecuatorianos -quien le habla, Washington Pesántez– le hemos servido al país por 38 años. Es bueno decir que nunca me afilié a partido político alguno y he estado votando dentro de lo que se podría decir el sector progresista, desde que retor- namos a la democracia. Veíamos que Jaime Roldós era el mal menor, después creímos que Rodrigo Borja, en fin... 
 
¿Votó por Rafael Correa? 
Yo a Correa lo conocí hace 26 años, 27, coincidimos en Lovaina y había una relación de amistad desde entonces. Yo voté por Correa, sí, voté más de una vez; no he sido un activista, no he estado con banderitas de PAÍS. Creía que alguien que venía a decirnos que está al margen de la partidocracia, que hay que mejorar la educación, que hay que retomar la justicia, pues, creía que eso era lo necesario porque como jurista, como catedrático, siempre estuve diciendo que la justicia no puede politizarse, que no puede ser repartida como la repartían los partidos tradicionales. Creímos en la buena fe de las propuestas pero al poco tiempo el gobierno tomó un giro que no esperábamos. Yo conocí –por seguir la política, no porque estuve ahí– a gente que estuvo con ellos apoyándoles pero después aparecieron los boy scouts que han sido los que lo han acompañado y los de mentes lúcidas, y corazones ardientes. No sé si sigan teniendo las manos limpias. 
 
 
Pero cuando usted llegó a la Fiscalía General del Estado también se dijo que usted era un hombre de Rafael Correa. 
La doctora Mariana Yépez, quien me conocía de la cátedra, del libre ejercicio, me invitó a ser asesor de la Fiscalía desde 1999. En 2004 gané un concurso para ser Ministro Fiscal de Pichincha y estuve ejerciendo casi seis años ahí. En 2006 se llama a un concurso por parte del Consejo de la Judicatura para llenar la vacante del Ministro Fiscal General, participo y lo gano ampliamente. ¿Cuándo se terminó el concurso? Antes de que Correa gane las elecciones. A mí la prensa me pregunta y les digo que he estudiado en Lovaina; me preguntan si he conocido a Correa y yo no niego a los amigos, porque él es mi amigo o fue –no sé si siga siendo, después de ciertas declaraciones malintencionadas que ha hecho, yo dudo inclusive de su amistad. Pero mire: yo gano el concurso, él se posesiona el 15 de enero, envía la terna con los mejores puntuados y un mes después en el Congreso Nacional se unen Álvaro Noboa con Lucio Gutiérrez, que tenían mayoría, y deciden nombrar al tercero de la terna.
Es decir, a mí la amistad con Correa me perjudicó. Luego me eligen en Montecristi. Yo jamás hablé con nadie, yo no le pedía Correa, no le pedí a los asambleístas a quienes ni siquiera conocía. Es así como fui posesionado Fiscal General pero la Constituyente puso una transitoria para llamar a concurso, con nuevas reglas y lo haría el Consejo de Participación Ciudadana. Como les fui incómodo desde el inicio por mi inde- pendencia entonces ellos decidieron apurar el concurso. ¿Por qué no lo hicieron para Contralor, Procurador, superintendentes? No, había que comenzar por el Fiscal porque ya me había opuesto a una serie de decisiones que tomó el Ejecutivo, que tomaron con los asambleístas.
 
El Presidente dijo en su última sabatina que usted hasta hace pocos meses le estaba pidiendo un ministerio. ¿Qué hay de cierto en ello? 
Eso es una demostración de mitomanía. Es todo lo contrario, yo no acepté propuestas que me hicieron días antes, meses antes de dejar la Fiscalía. Y cuando ya terminé en la Fiscalía también me ofrecieron. Inclusive usted puede ver en una edición de Vistazo de esos meses donde dice que el exfiscal Pesántez no acepta embajada: eso es verdad. Yo no se lo dije a nadie. 
 
¿Qué nomás le ofrecieron? 
Bueno, a mí me ofrecieron desde asesoría en la Presidencia de la República en materia de justicia. Allí se dijo que yo desde la Presidencia debía conducir la justicia –palabras del Presidente– lo que pasa es que yo no soy infidente; a mí me ofrecieron embajadas en varias partes, muchos puestos y hasta después, me lo dijo el Presidente y me lo hizo saber a través de otros ministros. Es más, antes de que salga de la Fiscalía me mandaron una comisión de “alto nivel” y puedo citar nombres: el mismo Gustavo Jalkh estuvo en la comisión, estuvo uno de los señores Alvarado para proponerme un puesto importante. Ellos saben perfectamente de qué estoy hablando y yo nunca acepté.
Al Presidente le escuché decir algo como esto: yo no he confiado en ese señor. Primero me congratula no ser de la confianza de él porque los de su confianza son los cortesanos y yo no tengo alma de esclavo. Y de otro lado, me llama tanto la atención porque me llamaba frecuentemente a desear feliz cumpleaños. En algo quedemos, pues, Presidente, usted que habla de doble moral. En más de una ocasión escucharon varias personas que me llamaba a decir: querido Wacho, feliz cumpleaños y que no se qué. Y ahora resulta que Washington Pesántez no ha gozado de la confianza de él y que su círculo sabe; bueno, los del círculo de él han de saber no solamente eso sino muchos otros secretos. Además, yo nunca en mi vida he sido ni he querido ser parte de algo que se parece a una cleptocracia. 
 
¿El país necesita un Presidente que fiscalice? 
Necesita una persona que tenga el carácter, la formación, la experiencia para fiscalizar los actos de este gobierno. Una fiscalización que no puede permitir la impunidad pero tampoco que haya persecución gratuita, eso tampoco. Yo creo que hay que hacer justicia. Y no creo que una investigación solamente cuantitativa sino también cualitativa.
Aquí se tiene que formar una Comisión de Transparencia y de Verdad para que se fiscalicen los actos no solamente del manejo de los 280 mil millones sino también las resoluciones de los tribunales de justicia. ¿Usted cree que pueden permanecer en el olvido casos como Petrobras, helicópteros Dhruv, muerte del general Gabela? ¿Qué el caso de El Universo, el caso de Chucky Seven se puede quedar así? No, eso no es posible. ¿El caso Cervecería, que como otros casos fue archivado cuando yo inicié una instrucción fiscal en contra del Presidente de la Corte Constitucional, por el inefable doctor Chiriboga, el fiscal de Panamá? Nosotros sí sabemos fiscalizar. Yo entiendo la democracia republicana, con alternabilidad, con división de poderes; no esta democracia troglodita que ha absorbido todos los poderes. 
 
 

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