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La receta para el futuro

jueves, 27 octubre 2016 - 11:16
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"Donde quiera que voy estos días, en mi país o en el extranjero, la gente me hace la misma pregunta: ¿Qué está pasando en el sistema político americano? ¿Cómo es que un país que se ha beneficiado –tal vez más que ningún otro– de la inmigración, el comercio y la innovación tecnológica de repente ha desarrollado una tensión anti-inmigrante, un proteccionismo anti-innovación? ¿Por qué algunos en la izquierda extrema y más en la derecha extrema han abrazado el populismo que promete el regreso a un pasado que no es posible restaurar y que para la mayoría de americanos, nunca existió?

Es verdad que cierta ansiedad acerca de las fuerzas de globalización, inmigración, tecnología e incluso el cambio mismo, se han afianzado en América. Esto no es nuevo ni tampoco diferente del descontento que se ha extendido por todo el mundo, manifestado en el escepticismo sobre las instituciones internacionales, los acuerdos de comercio y la inmigración. Se lo puede apreciar en el reciente voto británico para abandonar la Unión Europea y el resurgimiento de partidos populistas en todo el mundo.

Mucho de este descontento es impulsado por miedos que no son fundamentalmente económicos. El sentimiento anti-inmigrante, anti-mexicano, anti-musulmán y anti-refugiados expresado por algunos americanos hoy es un eco de los bandazos nativos del pasado –las leyes sobre Extranjeros y actos de sedición de 1798, los No saben nada de a mediados de 1800, el sentimiento anti-asiático de fines del siglo XIX y comienzos del XX, y muchas veces que se les dijo a los americanos que podían restaurar la gloria pasada si lograban el control de un grupo o una idea que estaba amenazando al país. Superamos esos miedos y lo haremos de nuevo.

Sin embargo, algo del descontento tiene raíces legítimas acerca de las fuerzas económicas de largo alcance. Décadas de declive en el crecimiento de la productividad y el aumento de la desigualdad han resultado en un crecimiento más lento para las familias de ingresos bajos y medios. La globalización y la automatización han debilitado la posición de los trabajadores y de su habilidad para obtener un salario decente. Demasiados físicos e ingenieros trabajan cambiando el dinero en el sector financiero, en lugar de usar sus talentos para innovar la economía real. Y la crisis financiera de 2008 parece haber aumentado el aislamiento de las empresas y sus líderes, que parecen vivir de acuerdo a un conjunto de reglas diferentes a las de los ciudadanos ordinarios.

No sorprende, entonces, que tantos se vuelvan receptivos al argumento de que el juego está arreglado.

No obstante esta frustración que es comprensible, es aumentada en buena parte por políticos que empeorarán el problema en lugar de mejorarlo. Es importante recordar que el capitalismo ha sido el mayor motor para la prosperidad y oportunidades que el mundo ha conocido".

Encuentre el texto completo en la última edición de Revista Vistazo.

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