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¿A cuánto asciende la nueva deuda en Ecuador?

martes, 16 mayo 2017 - 09:44
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Como un déjà vu: El porcentaje del presupuesto que estamos destinando cada año al pago de capital más intereses de la deuda pública ha vuelto a superar lo asignado a salud y educación. 
 
"Sin duda, la necesidad creciente de recursos físicos dirigidos al pago de la deuda externa influye en el ritmo de extracción y/o producción de los recursos naturales, y por tanto repercute en el medio ambiente”, escribió el economista y excanciller Fander Falconí en 2001 como coautor del libro “Otras caras de la deuda”.
 
En los últimos años se han hecho grandes inversiones en el sector petrolero para incorporar nuevos campos aledaños a zonas ecológicamente muy sensibles. Además, para optimizar la producción de pozos con más de 40 años de trabajo, se ha contratado con empresas extranjeras para que inviertan en su repotenciación.
 
Pero el precio de venta del barril de petróleo no ayuda mucho. Por debajo de 39 dólares no queda utilidad para el país ha dicho el presidente Correa. A inicios de 2016 bajó de 20 dólares. En los tres primeros meses de 2017 las cosas han mejorado algo y los promedios bordean los 45 dólares por barril. Petroecuador que antes era la mejor fuente de recursos para el país, ha llegado a pedir dinero o endeudarse para sobrevivir. 
 
Pero el discurso estatal es y ha sido optimista. Pronunciar la palabra crisis es casi un delito. A fines de marzo cuando el Banco Central debía anunciar los resultados del ejercicio económico 2016, esperó a que pasen las elecciones.
 
Cuando finalmente se hizo el anuncio, se resaltó que en el último trimestre de 2016 la economía del Ecuador creció en 1,5% con respecto al tercer trimestre del mismo año.  Eso para las autoridades económicas es un signo evidente de que el país ya está en la senda de la recuperación y que tendrá un crecimiento positivo en 2017. 
 
Lo que se minimizó, fue el anuncio que todos esperaban. ¿Cómo nos fue en 2016? La respuesta fue que decrecimos. Que por primera vez en lo que va del presente siglo el porcentaje de crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) del país estuvo en rojo. ¿Cómo se explican las dos cosas? Lo que pasó fue que tuvimos un bajón muy fuerte en el primer trimestre del año pasado que nos agarró con la libreta de ahorros vacía. Y que encima nos cayó un terremoto... Nos quedaban dos caminos para so- brevivir: ajustarnos el cinturón recortando gastos o, buscar dinero por todos lados. Escogimos la última opción. Así la economía efectivamente empezó a recuperase y ha continuado durante el primer trimestre de 2017. Pero ¿cuánto mismo debemos y cómo vamos a pagar? 
 
 
La deuda vuelve
La deuda externa es casi un patrimonio nacional. Nacimos con ella en 1830. Entonces le debíamos a Inglaterra por el financiamiento de las guerras libertarias. En cancelar ese pagaré nos demoramos 146 años. La última cuota la pagamos apenas empezamos a exportar petróleo. Pero la misma riqueza petrolera convirtió al país en un buen sujeto de crédito. El endeudamiento agresivo nos llevó a una primera crisis en 1982 cuando nos afectó el Fenómeno del Niño y el Estado terminó asumiendo incluso la deuda privada.
 
En algo mejoró el servicio de la deuda cuando nos adherimos a planes de refinanciamientos conocidos como Plan Baker (1985) y Plan Brady (1989). 
 
La guerra con el Perú de 1995 nos empujó a contraer más deudas hasta que con un nuevo Niño más la crisis bancaria de 1998 colapsamos económica y políticamente. Dos años después, la dolarización trajo confianza a la economía y el país pudo renegociar la deuda a largo plazo y ver crecer su PIB de manera sostenida. 
Cuando llegó la Revolución Ciudadana en 2007, la deuda total estaba en alrededor de 13 mil millones y en su mayoría era “externa”. Para 2009 y usando una estrategia desafiante recompramos la tercera parte de la deuda, rebajando el monto final en casi $ 3 mil millones. Esto significó un aumento del riesgo-país, alejamiento de los mercados financieros tradicionales y encarecimiento del dinero. 
 
Aquí es donde aparecen prestamistas nuevos como China y con estrategias novedosas. Una parte de los créditos chinos llegaron con el compromiso de entregarles a cambio una cantidad de petróleo que vaya, poco a poco, amortizando la deuda. Igual se hizo posteriormente con Tailandia. La mecánica de pago es compleja. Pagamos con petróleo, sí, pero éste no llega a China como sería lógico pensar. Por ejemplo, en 2015, las ventas de petróleo a China fueron consideradas como ocasionales y apenas representaron el 2,6% del total. Dos terceras parte de nuestro crudo sigue siendo vendido –por intermediarios– en Estados Unidos. Quince por ciento fue a Chile y 10 por ciento a Perú.
 
Por si fuera poco, esas obligaciones originadas en las preventas del petróleo no forman parte del reporte de deuda que mes a mes emite la Subsecretaría de Financiamiento Público. Además, no se conoce una fuente confiable de acceso público donde se especifique a cuánto exactamente ascienden. Cálculos de quienes se han aventurado a cuantificarla, estiman en $ 1.500 millones.  
 
 
Deuda registrada
A marzo de 2017, la deuda externa conocida suma 26.486 millones de dólares. En el detalle hay tres grandes rubros. La deuda con países que en total son 18; la deuda con organismos multilaterales y; la deuda en bonos (Brady, Global y Soberanos).
 
De los 18 países con los que estamos endeudados, solo China representa el 30 por ciento del total (ocho mil millones). El grueso es por la inversión en hidroeléctricas.  Le sigue España con el 12%.
 
De la deuda multilateral que suma otros ocho mil millones, la mitad le debemos a la Corporación Andina de Fomento (CAF), organismo que financia sobre todo obra pública de los gobiernos seccionales.
 
Finalmente están los bonos que juntos suman $ 9.800 millones. De ese monto, casi el 80% corresponde a dinero recibido en los tres últimos años. En abril se gestionó una nueva emisión de bonos. En estas captaciones de capital, los intereses pactados han llegado a superar el 10%. Países vecinos considerados de menor riesgo financiero, han colocado bonos similares a tasas menores al cinco por ciento.
 
El otro componente de la deuda consolidada es la llamada “Deuda interna”. Ésta bordeaba los 12 mil millones a mediados del año pasado. Sumada a la deuda externa se acercaba al techo legal de endeudamiento público, fijado en 40% del PIB. Entonces se decidió que las deudas con la Seguridad Social, los gobiernos locales y otras entidades del sector público no formen parte de la consolidación. Así, de un mes a otro, el porcentaje de la deuda sobre el PIB bajó del 38%, al 26%. Los aproximadamente ocho mil millones de dólares deuda con el IESS, por ejemplo, bajaron del escenario. Claro que, igual, algún día habrá que pagarlos. 
 
 
 

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