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Roberto Ampuero, investigador del desencanto

martes, 2 agosto 2016 - 12:11
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Roberto Ampuero, uno de los autores más importantes de la novela detectivesca latinoamericana, destaca también en la no ficción.

La vida de Roberto Ampuero, uno de los escritores más leídos y traducidos de Chile, ha sido casi tan emocionante y viajera como la de su personaje más famoso, el astuto detective cubano Cayetano Brulé, proletario de la investigación y protagonista de su célebre serie de novelas policíacas.

Ampuero militó en las Juventudes Comunistas de Salvador Allende, y tras el golpe de Pinochet, para escapar de los horrores de la dictadura, a los 20 años cruzó el océano y el Muro de Berlín. Vivió en Alemania Oriental, luego en La Habana de Fidel Castro. Allá conoció de agentes secretos, “militancia de caviar”, conspiraciones de la Guerra Fría, y también del amor. Pero su experiencia con el socialismo real lo hizo romper pronto con sus ideales de izquierda, de ese proceso dan cuenta sus memorias noveladas “Nuestros años verde olivo” (1999) y “Detrás del muro” (2014).

En 2000 se estableció en Estados Unidos, donde hasta hace dos años era profesor universitario de Literatura y Política Latinoamericana: “Renuncié para dedicarme a escribir y dar conferencias. Recibo muchas invitaciones y quería viajar un poco más por el mundo”, explica. Ahora vive una parte del año en Chile –en la rural Olmué, su refugio para la escritura– y otra en Iowa City, “huyendo de los inviernos”. Hace poco visitó una calurosa Guayaquil invitado por la Cámara de Comercio por la celebración de sus 127 años de fundación.

Su producción está marcada por personajes a la búsqueda de algo, y no solo en las aventuras detectivescas de Brulé, ¿por qué?
Todos buscamos algo, por eso hago novelas de investigación. Mi vertiente del policial más clásico lo representa Cayetano Brulé. Libros como “La otra mujer”, “Pasiones griegas”, “Los amantes de Estocolmo” son novelas de búsqueda, donde aparece la pareja heterosexual profesional, con mujeres independientes que tienen sus propias opiniones, algo que todavía es un problema para el hombre latinoamericano. Me interesan los personajes que quieren un cambio en su vida, aunque sea modesto… Yo cuando era un joven  comunista quería saber cómo cambiar el mundo entero, ahora soy mucho más modesto, democrático, y consciente de la importancia de la libertad individual.

En 2013 fue Ministro de Cultura en el Gobierno de Sebastián Piñera, ¿qué impulsó en su gestión?
Propicié un diálogo entre los liberales y la centroderecha de Chile con artistas e intelectuales, algo que tradicionalmente no ha tenido una trayectoria exitosa. Se sentaron bases importantes para este acercamiento con la Ley de Donaciones Culturales que propicia contribuciones a la producción artística desde el sector privado. No hay nada peor que los creadores dependan del Estado o de los políticos de turno para desarrollar sus proyectos. También logré ejercer desde Valparaíso, que constitucionalmente es la sede del Ministerio de Cultura, pero nadie lo había hecho hasta ese momento. El centralismo ha perjudicado mucho a Chile.

Se considera un liberal, ¿qué significa?
Soy liberal en el sentido integral del término, no solo en lo económico, sino en lo valórico. Creo en los derechos irrenunciables del ser humano, en la tolerancia, en el diálogo político, en la necesidad del consenso. Y sobre todo pienso que nadie es dueño de la verdad, la verdad está distribuida en la sociedad. Son mis presupuestos centrales, y están basados en una tradición larga que puede comenzar en Epicuro, y sigue con Locke, Hume, hasta Isaiah Berlin, Friedrich Hayek, y Mario Vargas Llosa, que es hoy el intelectual liberal más destacado de habla hispana. Él prologó “Nuestros años verde olivo” y mi último libro "Diálogo de conversos", escrito junto a Mauricio Rojas. 


 “Diálogo de conversos” (2016). El último libro de Ampuero
es un ensayo político en forma de charla con el historiador
económico Mauricio Rojas. Se conocieron en la juventud
cuando militaban en el MIR y en el comunismo. Prologado
por Mario Vargas Llosa. Foto: Eltipografo.cl

 

“Diálogo de conversos” (2016), que está por llegar a Ecuador, es por su forma una novedad en su escritura…
Sí, es un libro de exploración conceptual, pero no académico en el sentido estricto, es una charla real que transcurrió de forma muy fresca y que fue grabada. Mauricio fue en los años de Allende un joven de la izquierda revolucionaria (MIR), y yo era comunista. En “Diálogo de conversos” va quedando registrado nuestro proceso de desencanto frente a visiones radicales de izquierda que creíamos la solución para todos los males de nuestro país. Él por razones intelectuales, empieza a darse cuenta de la debilidad del marxismo en términos de realización, y yo a partir de la experiencia práctica de haber vivido en países comunistas.

¿Tiene algo así como un libro más querido?
“La otra mujer” es una novela que amo, pero también tengo un cariño especial por la “Guerra de los duraznos” (escrita originalmente en alemán). Es la única novela para jóvenes que existe sobre la dictadura de Pinochet, nunca aparecen esas palabras, pero son niños viviendo bajo ese régimen. Fue mi primera novela, escrita en 1982.

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