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Células sanguíneas aprenden a aclimatarse a la altitud, dice estudio

martes, 7 febrero 2017 - 02:27
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Los seres humanos se aclimatan a la altitud con mayor facilidad cuando ya han acometido alguna ascensión, debido a que las células sanguíneas aprenden a adaptarse a ese entorno, según un estudio que publica hoy la revista Nature Communications.
 
Científicos de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, han descubierto ciertos mecanismos moleculares que gobiernan la respuesta adaptativa de las células, tanto en ratones como en humanos.
 
Su trabajo puede facilitar la búsqueda de tratamientos contra los efectos de la hipoxia (falta de oxígeno) no solo como consecuencia de la altitud, sino también en dolencias respiratorias y cardiovasculares.
 
Para sobrevivir a la rigurosas condiciones de la alta montaña, donde la respiración se hace más difícil que al nivel del mar, el organismo trata de movilizar más oxígeno hacia los tejidos y los órganos.
 
Uno de los mecanismos que se pone en marcha en esas circunstancias es la liberación de adenosina, una molécula que previene las fugas vasculares, reduce la inflamación y contribuye a dilatar los vasos sanguíneos.
 
Estudios previos habían mostrado que la exposición repetida a altitudes elevadas promueve una adaptación más rápida a ambientes con poco oxígeno.
 
Las bases moleculares para explicar ese fenómeno, sin embargo, no se entendían en detalle.
 
Yang Xia y su grupo de investigadores han identificado una proteína celular denominada eENT1 que refuerza la producción de adenosina en condiciones de hipoxia.
 
Los científicos han comprobado que esa proteína se degrada cuando un humano se encuentra en altitud y en ratones ubicados en entornos con poco oxígeno, lo que favorece una rápida acumulación de adenosina en el plasma sanguíneo y contrarresta el daño que causa la hipoxia en los tejidos.
 
Ese es precisamente el mecanismo que se refuerza después de una primera ascensión y que provoca aquello que los investigadores han llamado "memoria hipóxica" de las células sanguíneas.
 
Los autores del estudio sugieren que actuar sobre el proceso de degradación de la proteína eENT1 puede dar lugar a nuevos métodos terapéuticos que eviten los daños que provocan diversas enfermedades. 

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