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Innovadores andinos

martes, 6 diciembre 2016 - 03:16
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Tienen entre 18 y 26 años. Son universitarios de Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela que armaron sus proyectos pensando en los desafíos actuales y utilizando creativamente las herramientas tecnológicas disponibles. Fueron seleccionados, dos por país, de entre más de 300 ideas relacionadas con la salud, el agro y el medioambiente. La menor y ganadora en su país, proviene de Tunja, una ciudad colombiana de menos de 200 mil habitantes, 130 kilómetros al norte de Bogotá.
 
Es Ginna Alejandra Jiménez, quien tiene ya en línea una web que elimina a los intermediarios en la compra y venta de productos agrícolas. Ella estudia ingeniería industrial en la universidad de Boyacá, pero su idea nació durante el bachillerato, tiempo durante el cual tomó clases de informática. Ya superó los 4.000 productores inscritos y su idea además da trabajo a más de 20 personas. Entre los mayores está Mauro Torres, un llanero venezolano que nació en Barinas, a unas seis horas al oeste de Caracas. Su proyecto fue una compleja multiplataforma financiera de reciclaje en red. Su meta es incluir en su sistema hasta el 80 por ciento de los productos que compran las recicladoras. Este ingeniero agroindustrial ya está dando pasos para la internacionalización de su innovación.
 
C on no menos ingenio, dos quiteños representan al Ecuador. Ambos estudian electrónica en la Universidad de las Fuerzas Armadas. David Sandoval, junto a dos de sus compañeros, montó un taller de electrónica en su casa. Desarrolló un brazalete que puede salvar la vida a personas de la tercera edad. Ellos, en las clínicas, suelen tener al pie de la cama un botón de pánico, pero no siempre logran alcanzarlo cuando les ocurre un accidente. El brazalete detecta la emergencia y alerta a médicos y paramédicos para un auxilio inmediato. El otro compatriota, Carlos Andrés Mora, busca mejorar la calidad de vida de niños autistas. Ha creado un sistema que genera hologramas que mejoran significativamente las terapias de comunicación de estos menores. El proyecto es ya una realidad en una fundación al norte de Quito. Todo esto es ciencia para una vida mejor.

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