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Pareja desempleada creó Poliestudios: un emprendimiento con presencia en varios países

martes, 15 noviembre 2022 - 12:47
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Poliestudios nace de la adversidad; Verónica Jiménez, quien lo dirige, dictó su primer curso virtual hace diez años mientras con su esposo luchaban por la vida de su hija. Ahora, la compañía tiene un catálogo que llega a 149 formaciones en sicología, educación y tecnología.

El primer punto de equilibrio que alcanzó la iniciativa de Verónica Jiménez fue la inscripción de 126 estudiantes en línea para recibir virtualmente una capacitación sobre trastornos de la niñez y la adolescencia, a un costo aproximado de 480 dólares por persona. Con estas cifras, logró reunir el monto de la primera cuota que junto a su esposo debían cancelar al hospital para cubrir la enorme deuda acumulada por los servicios de terapia intensiva que recibió su hija prematura.

Con la angustia y la extrema necesidad económica como motores, Verónica Jiménez y Darwin García, una sicóloga y un ingeniero electrónico sin trabajos en relación de dependencia, decidieron en el 2012 crear un aula virtual para ofrecer un curso que cubriera una necesidad puntual de docentes y sicólogos: contactos que Verónica había forjado desde que se graduara en la Universidad Politécnica Salesiana y se dedicara a la capacitación.

Cuando los 126 inscritos pulverizaron la meta inicial de unos 30 participantes, la pareja entendió que había encontrado una oportunidad para subsistir económicamente mientras Verónica cuidaba a Rebeca -nacida a las 26 semanas- y Darwin se ocupaba de los otros dos hijos aún pequeños. En un año lograron pagar los casi 200 mil dólares que le debían al hospital y, ante la constante demanda y expectativa de quienes ya se habían capacitado, Verónica siguió ampliando su oferta, pero sin ver más allá de la economía familiar.

Además del curso sobre los trastornos de niños y adolescentes, organizó otro sobre dificultades para el aprendizaje y algunas formaciones centradas en educación y sicología; la pareja había contratado ya una secretaria y un diseñador cuando -a través de las redes sociales- recibe una invitación de Impaqto, incubadora y aceleradora de emprendimientos, para participar en un programa auspiciado por Google for Startups.

Sin saber bien de qué se trataba, recuerda Jiménez, se inscribieron en la convocatoria dirigida a modelos de negocio que hubieran generado ya una primera ganancia. “Recibimos una mentoría brutal; teníamos gente de España, de Uruguay, de Brasil, de Colombia, enseñándonos cómo hacer crecer algo que podría haber muerto rápidamente”.

Con toda la guía recibida, los emprendedores deciden entonces crear Poliestudios: una compañía legalmente constituida; afiliar a sus colaboradores, crear una marca y una imagen, proteger sus derechos de propiedad intelectual e iniciar un proceso de crecimiento exponencial que estaba marcado transversalmente por la tecnología.

Desde su primer año de creación, en el 2018, Poliestudios registró ganancias; su primera facturación llegó a los 48 mil dólares anuales con un promedio de 120 estudiantes. Para el 2019, esa cifra se elevó a 120 mil dólares y a unos mil estudiantes: ya no solo se ofertaban los cursos de mayor duración sino pequeñas capacitaciones a un costo de 25 dólares.

$!El emprendimiento ha recibido premios de la Cámara de Industrias y Producción, de la Embajada de los EEUU, a través de BuenTrip -una aceleradora de startups-, y del Banco Interamericano de Desarrollo que lo ha reconocido como negocio resiliente en tiempos de Covid.

En el 2020, la pandemia de Covid-19 -afirma Jiménez- “confirmó que estábamos haciendo las cosas bien y que, además, existe un mercado para lo que nosotros ofrecíamos”: oportunidades de profesionalización cien por ciento virtuales mediante el uso de herramientas que garantizan el aprendizaje, y con avales locales e internacionales.

La emprendedora estaba en México, estudiando su doctorado, cuando el coronavirus se expandió a todo el planeta y recuerda que, en medio de la crisis, recibía cientos de llamadas de instituciones educativas y de docentes que buscaban una guía para crear aulas virtuales. “Tenía webinars de 200 mil personas aprendiendo cómo crear esas aulas para los niños de primaria”, dice Jiménez.

Para el 2020, Poliestudios incrementó sus ingresos a casi 250 mil dólares; los estudiantes de cursos más extensos llegaron a cinco mil mientras los que accedieron a capacitaciones más cortas sumaron 250 mil. Durante el año pasado, la facturación se elevó a casi 290 mil dólares y este año se prevé que llegará a los 350 mil.

Con estos números, la compañía pasó a una nómina de cuatro diseñadores, nueve vendedores y siete pedagogos; además de 95 profesores que cobran por servicios profesionales, el 49% de ellos desde el exterior. El primer paso hacia su internacionalización se dio casi a la par de su creación. Del total de estudiantes, el 35% proviene ahora de otros países; sobre todo, de Chile, México, Costa Rica y Perú, con una población que responde bien a los costos de Poliestudios.

SOÑAR EN LA VIRTUALIDAD

Una alianza con Fatla y Educlick, espacios que albergan a decenas de universidades y centros de formación virtuales, le permitió a Poliestudios manejar un servidor lo suficientemente robusto y tenerlo reflejado en Barcelona y en Houston. Así garantiza su servicio a miles de clientes.

La variedad de cursos, en costo y en duración, ha sido clave; también la posibilidad de obtener un certificado por cada uno de los ciclos que vaya cumpliendo el estudiante dentro de un diplomado, que es la capacitación más costosa y extensa que ofrece Poliestudios. A las formaciones que cuestan 25 dólares, por 120 horas académicas, se han sumado los llamados ‘Moocs’: cursos automatizados sobre temas muy puntuales, por 9,99 dólares.

Jiménez resalta que toda la oferta académica virtual de la compañía es legal y tiene avales universitarios; gracias a un acuerdo suscrito con el Ministerio del Trabajo, los diplomados de Poliestudios -que toman entre 4 y 7 meses- le permiten al alumno obtener lo que se conoce como “competencia laboral”; se trata de una especialización reconocida por la Secretaría Técnica del Sistema Nacional de Cualificaciones Profesionales y que puede registrarse incluso en la Senescyt (Secretaría Nacional de Educación Superior). Tiene además el respaldo de la Sociedad Iberoamericana de Educación.

“Pueden llegar a costar hasta 1.800 dólares, pero si eres una mujer en condiciones de vulnerabilidad y no recibes más que un básico, puedes alcanzar una beca de hasta el 50%; y si logras reunir a un grupo, estudias gratuitamente”, indica Jiménez. Una explicación que no es simple detalle pues del total de estudiantes de Poliestudios, más del 95% son mujeres; muchas interesadas, además, en migrar -un fenómeno que se ha incrementado con fuerza en los últimos tres años-.

“Cómo puedes migrar, pues siendo cuidadora de ancianos, consejera de familia, cuidadora de personas con discapacidad”: estas competencias son profesionalizantes y están reconocidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

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El capital invertido hasta el momento por Poliestudios bordea los 400 mil dólares, provenientes sobre todo de la reinversión de sus ganancias. El primer préstamo, por 80 mil dólares, gestionaron Verónica y Darwin en medio de la crisis sanitaria para aumentar la nómina de empleados; para el segundo, por 50 mil, lograron el apoyo de Kiva -un crowdfunding que opera a nivel global- para recaudar ese monto a través de 200 personas que recibirán un interés del 4%.

Con estos recursos, señala Jiménez, la compañía ha creado cinco nuevos programas; el objetivo es “atraer al público de América Latina de manera más efectiva para que represente el 50% de nuestros clientes” y dejar así de depender del inestable mercado local.

En búsqueda del crecimiento exponencial, Verónica y Darwin prevén apostarle en enero próximo a su primera ronda de inversión. El monto y el sueño están claros: dos millones de dólares para incursionar en la educación virtual en áreas como medicina, enfermería y leyes; Jiménez ya lo visualiza: “que un médico que está en el Napo aprenda a operar con un médico que está en Quito a través de gafas de realidad virtual en el metaverso”.


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