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Definición

viernes, 10 febrero 2017 - 12:10
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    Hace 4 meses, la gran incógnita era si el candidato presidencial del gobierno iba a ganar en una sola vuelta. Hoy no habría una incógnita sino un dilema, respecto a qué candidato de la oposición va a estar en segunda vuelta por encima del candidato del gobierno. Pues este perdería la primera vuelta si se suman los votos de quienes están en segundo y en tercer lugar. Así lo indican todas las encuestas. 
     
    Pero como ningún candidato se va a retirar eso solo lo puede definir lo que el profeta José María Velasco Ibarra llamaba el instinto popular. El voto útil siempre ha prevalecido en el Ecuador puesto que una decena de candidatos presidenciales es parte inseparable de la vegetación electoral, y siempre el voto útil se inclina por regar el que huele que va a crecer más. Esa sensación colectiva es virtualmente la ideología del centro mayoritario. Así como la mayoría en el estadio celebra los goles de los dos equipos, y solo los fanáticos festejan hasta sus autogoles, así mismo el núcleo duro de los votos solo sirve de base pero no hace mayoría. 
     
    En la bonanza el estado candidato era la opción pero en la crisis ya no lo es, y por eso el gran timonel se desembarcó de la gran travesía hacia la tercera reelección a pesar de que en el altar de la patria le ofrendaron reelecciones de por vida. De allí que la oferta de triplicar el bono de desarrollo humano a 150 dólares mensuales revelaría que ahora el afán es parar el descenso, que a la velocidad de crucero que lo sostiene pone en riesgo pasar a segunda vuelta en primer lugar. 
     
    En consecuencia, para definir el voto útil dos elementos resultarían determinantes: territorialidad y percepción. En todas las democracias del mundo cada gallo canta en su propio gallinero pero de repente salen algunos que cantan en todos. Es evidente que esos gallos son los más fértiles esparciendo sus semillas. De ahí deriva por su propia naturaleza el factor percepción, porque donde no se arma el alboroto no se esparce la semilla y si solo se arma en una gallera eso solo sirve para ser alcalde o asambleísta. 
     
    La hoja de ruta del estado candidato se alteró por un factor externo fuera de control, los papeles de Panamá. Porque hasta los expertos en mercadeo perifoneaban la interesada sandez de que la corrupción no le interesa al pueblo. Ignorando así la historia fidedigna de las grandes decisiones populares, tal vez porque entre los que contratan a los mercaderes electorales hay algunos que se quieren curar en salud antes de llegar al poder y repetir las hazañas de los antecesores. Lo cierto es que ese factor externo cambió el panorama y puso en parrilla un tema que siempre encendió el voto pasional, cuando no se tiene para comprar ropa ni comida como antes mientras los mandamases rebosan prosperidad.
     
    Así las cosas, el silencio en revelar los nombres de los sobornados por Odebrecht solamente acelera el sostenido descenso hacia la isla del nunca jamás.  

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