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Opios

miércoles, 14 enero 2015 - 04:13
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    La cobertura mediática del deceso de Sharon mostró hasta dónde la calidad en el periodismo ecuatoriano no se alcanza por decreto. 
     
    Travestida de conmoción, la telebasura ecuatoriana pareció gozar con la muerte de la desventurada cantante, y a su alrededor montó un espectáculo continuo, donde materias tan sensibles como el debido proceso, el maltrato a las mujeres, la exposición de menores de edad, etc., se degradaron a mera escenografía de una poco disimulada jauría en busca de su santo rating de cada día.
     
    Al gobierno posneoliberal de Correa, que tramita relaciones de capitalismo medieval con China, la nueva potencia imperial, la telebasura le es absolutamente funcional y servil a sus intereses.
     
    Como en otros órdenes de la historia reciente, el proyecto concentrador de Alianza PAIS no buscó terminar con la ética ominosa y la estética sensacionalista de los canales del clan Isaías, sino domesticarlas y llevar su agua a su molino.
     
    Desaparecieron de la pantalla Carlos Vera y Jorge Ortiz, y Juan Carlos Calderón y Roberto Aguilar fueron exiliados a Internet. Lo peor de nuestra mediocre mediocracia fue lo que se quedó en la parrilla y en el poder.
     
    Mi opio es el fútbol, y mi desarraigada enajenación me hace preferir escuchar las tertulias deportivas de la radio española antes que seguir la liga ecuatoriana o leer los periódicos locales, a fin de cuentas tan auto censurados, tan en la mira de la SECOM y de adláteres magnates nacionales y extranjeros presta nombres del siglo XXI, que hoy son famélicos fantasmas de lo que seguramente nunca llegaron a ser: periodismo profundo e independiente.
     
    Paradojas de la dictadura democrática que vivimos, ese periodismo hoy existe en la red, desde Plan V hasta la Barra Espaciadora, pasando por Mil hojas y el exquisito blog Estado de propaganda, donde el arriba mencionado Roberto Aguilar escribe con una libertad ejemplar y envidiable.
     
    A veces me pregunto cuándo lo meterán a la cárcel, cuándo intentarán hacerlo, por qué no lo han hecho todavía… En el Ecuador de hoy decir la verdad es un crimen de lesa majestad.
     
    Pero lo más extraño es que ese periodismo no sólo habita la red: pese al miedo, conviven con la estulticia dominante una larga lista de firmas y espacios editoriales que vale la pena leer en los diarios que hoy están en la mira de los nuevos dueños del país. La línea se rompe por la franja más débil: es en las secciones de cultura, deporte y espectáculo donde realmente se forma un público ávido de legítima extra cotidianidad, pero al que le venden el gato por libre de la simple imbecilidad.
     
    La alianza de la economía política de la desposesión extractivista con el pensamiento débil y el espectáculo acrítico es, junto a la hegemonía de las Iglesias en la vida pública, uno de los nudos gordianos del Ecuador de hoy, donde al parecer sólo fenómenos externos, como la debacle del precio del petróleo, pueden debilitar a esta y a otras dictaduras por venir.

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