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Los (n) archivos del caso Roldós

jueves, 21 mayo 2015 - 06:16
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    Debería solicitarse a la República Argentina y sus Fuerzas Armadas desbloquear el secreto de Estado en torno al famoso Teniente Nigra, la pieza del Cóndor descubierta por “La muerte de Jaime Roldós”.

    El pasado lunes 11 de mayo el ministro de Defensa Fernando Cordero nos entregó a representantes de la familia Roldós cinco cuerpos de actas de sesiones del Consejo de Seguridad Nacional del Ecuador, relativos a la demanda que desde hace años venimos realizando para acceder a diversas fuentes de indagación que esclarezcan los hechos del 24 de mayo de 1981.

     Escribo sin todavía haber podido revisar a fondo el material, que por otro lado ya debería estar en manos de la Fiscalía: fue extraño leer en los periódicos, dos días después de esta entrega, que el fiscal Fidel Jaramillo pidiera públicamente al Ministro que les hicieran llegar la documentación.

    Además de la prudencia que se debe tener ante todo documento de Estado, en especial si provienen de sus cuerpos de seguridad, normalmente expertos en forjar versiones oficiales adecuadas, vale apuntar que las Fuerzas Armadas tienen en el caso Roldós prácticamente todas sus tareas pendientes. Entre las principales, informar de los protocolos seguidos y violados el 24 de mayo y los días posteriores, y establecer dónde se encuentran las piezas del avión, sobre todo sus turbinas, elementos clave del Informe de la Policía de Zürich que desmintió y desmontó la tesis del accidente defendida con argumentos ridículos en el informe de la JIA a partir de una “investigación” en los hechos jamás realizada por la Fuerza Aérea Ecuatoriana, “la más rápida de la historia de la aviación mundial”, según las palabras cargadas de ironía e indignación de León Roldós.

    El mismo 11 de mayo Cordero aseveró que estaba confirmada la participación de nuestras Fuerzas Armadas en el Plan Cóndor. Esto lo descubrió, en realidad, el documental “La muerte de Jaime Roldós”, impulsado por nosotros. Pero lo importante ahora es que tal aseveración, en boca del Ministro de Defensa, debe romper todos los candados, no sólo los de las Fuerzas Armadas, sino también los de la Cancillería. La Fiscalía debería tener libre acceso a todos los archivos nacionales relativos a las relaciones militares y políticas de esos años de Ecuador con Argentina, Chile, Estados Unidos y los demás países que integraron la espantosa transnacional del crimen que mi padre, valerosa y democráticamente, enfrentó. Y debería solicitarse a la República Argentina y sus Fuerzas Armadas desbloquear el secreto de Estado en torno al famoso Teniente Nigra, la pieza del Cóndor descubierta por “La muerte de Jaime Roldós”.

    Sé que en estos días ciertos sectores hegemónicos de Alianza PAIS tratarán de hacer de Jaime Roldós y su legado un patrimonio propio y hasta un arma arrojadiza en la coyuntura: a Roldós lo mató la CIA, repetirán. Noticia bomba, diría yo. La cuestión es que esa aseveración deje de ser una mera pantalla de humo que, de hecho, bloquea las investigaciones. En el documental “Operación Cóndor”, de Roberto Mader, uno de los fiscales protagonistas de la condena del criminal jefe de la policía militar de Pinochet, Manuel Contreras, lo explica así: “A nosotros nos decían ‘todo esto lo hizo la CIA’, y querían que ahí se acabara la cosa, pues es muy fácil lavarse las manos en esa declaración. Nosotros fuimos tras la verdad completa”.

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