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Exégetas

viernes, 17 julio 2015 - 08:38
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    Este inevitable ajuste de cuentas con el mandante soberano solo se resuelve en las urnas electorales, pero los mangoneadores calculan que mientras más tarde es mejor.

    El legado inmediato del papa Francisco por lo pronto consiste en una legión de exégetas, o intérpretes de su pensamiento.

    Para comenzar cuando hablando de las claves del diálogo señaló que el pueblo se ha puesto de pie con dignidad. Entonces desde las alturas del poder, aturdidos como están por el ruido volcado a las calles, juran que se refirió al pueblo en pie contra la partidocracia bajo la bandera de la revolución ciudadana. El sabio Pontífice curándose en salud volvió a repetir sus claves evangélicas para el diálogo en todos sus discursos y homilías, dejando claro que ese diálogo que él recomienda es sin confrontación, ni exclusiones, ni descartables. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia porque estaba visitando un país donde se ha propuesto un diálogo con descartables, exclusiones y confrontación.

    Y que se ha puesto de pie no es la primera vez que ocurre puesto que la historia está salpicada de tales acontecimientos, paradójicamente a favor primero y luego en contra del líder que los hipnotizó y sedujo. Alfaro, García Moreno, Velasco Ibarra son los paradigmáticos referentes de esas sublimes puestas en pie con dignidad, para endiosarlos primero y revolcarlos luego con la ola de la resaca. Así que aquí no hay como extraviarse.

    Otra cosa es que nada cambie por el momento y que la semilla espiritual esparcida por Francisco continúe su proceso de germinación para finalmente brotar florecida. El que nada cambie podría implicar que se proyecte la idea de que sí se va a cambiar para así detener el proceso irreversible de germinación. Para que eso se produzca sobran voluntarios, pero aquí viene el otro problema que advirtió el Pontífice acerca del Alzheimer y la gratuidad. Esto es gratuito, no se cobra, y esta admonición la lanzó a su propia Iglesia que dijo está dispuesta para apoyar un diálogo sin exclusiones, ni descartables, ni confrontación.

    Es decir que la clave de la credulidad para ese tipo de diálogo arropa a todos. Y como ya han pasado ocho años, desde que se inauguraron esos diálogos con descartables, exclusiones y confrontación, la vasija de la paciencia se ha ido repletando aunque con lentitud por el alucinógeno de la bonanza. Pero ya se repletó una vez que acabó la bonanza, y después que ilusamente atraídos por hablar con el dueño del circo comparsas de todos los ropajes han desfilado por Carondelet. Pero al final del día quedó diáfano que los ingenuos fueron utilizados mientras que otros vivarachos no aplicaron la austera gratuidad que exige Francisco cuando se trata del bien común.

    Este inevitable ajuste de cuentas con el mandante soberano solo se resuelve en las urnas electorales, pero los mangoneadores calculan que mientras más tarde es mejor y mucho mejor aún con igual formato de descartables, exclusiones y confrontación. Para ello se requiere un diálogo filosófico sobre la equidad social temporalmente mitigada por la bonanza que vino y se fue para no volver.

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