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Espacios

lunes, 30 marzo 2015 - 06:19
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    El poder hegemónico del correísmo copando todos los espacios republicanos ha arrinconado a sus opositores para una lucha por la supervivencia.

    El poder hegemónico del correísmo copando todos los espacios republicanos ha arrinconado a sus opositores para una lucha por la supervivencia, por respirar. La captación de estos espacios se pretende para siempre mediante las reelecciones indefinidas, y esto ha logrado que los desplazados despierten o al menos empiecen a bostezar.

    La guerra del espacio la simboliza la movilización de las organizaciones sociales de izquierda, que aglutina a los que siempre han encontrado en media calle la autopista para sus sueños. Pero ese espacio es solo simbólico porque la verdadera lucha se desarrolla por todos los meandros de los que quedan, puesto que los de las cinco funciones del Estado ya han sido absorbidos. Por eso las reelecciones indefinidas ofrecen el premio consuelo de al menos la parroquia, el cantón y las provincias vacías de contenido porque eso resultan las prefecturas. Pero algunos ya se han resignado con ese cachuelo.

    La guerra de los espacios recorre YouTube, Twitter, e-mails, Facebook, porque los medios tradicionales se lamen las heridas en el corral de la autocensura. También recorre el CNE buscando el reconocimiento de movimientos donde haya menos firmas que presentar porque los partidos son una especie en extinción. Y los partidos no son las únicas especies en extinción, también las organizaciones sindicales, de indígenas, maestros o estudiantes, que ven florecer a su costado, por encima y por debajo, asociaciones paralelas que amenazan convertirlos en zombies o simples membretes. De allí entonces que esta lucha por el espacio vital se refleja en el gran espejo del circo máximo, donde la unidad de la oposición parece una quimera a pesar de estar todos juntos en la misma mazmorra. Sin embargo, podría ser una percepción equivocada.

     Pues el amplio llamado de Cuenca a la unidad –tan amplio– que parece también llamar al gobierno para que en el festival de las reelecciones indefinidas permita modelos exitosos de diferente cuño aunque sea a nivel de parroquia, cantón o provincia. Por otro lado –tan amplio– pareciendo también una convocación a la unidad para que el poder real vuelva a los grandes electores regionales y deje de estar concentrado en la voluntad suprema de Carondelet. O tan amplio que pragmáticamente defiende el espacio ganado y mantenido en ocho años de absorciones dejando el espacio nacional a disposición del que lo quiere ganar venciendo al actual dueño del país.

    Y en similar perspectiva se ubican las organizaciones sociales de izquierda que lograron el poder por cuarto de hora con el líder de la Conaie presidiendo un triunvirato del que ni siquiera se acordó el TSE para impedir la candidatura de Lucio el triunviro. Que también estuvieron en las camionetas de Fabiolo el interino, Lucio el presidente, Palacio el otro interino, y Rafael el de la reelección de por vida. De manera que la guerra de los espacios tiene algunas alternativas.

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